En 2022, el Producto Bruto Interno (PBI) de Uruguay creció un 4,9%, impulsado por la inversión en UPM2 y un buen desempeño en el comercio externo en la primera mitad del año. Sin embargo, la actividad se desaceleró en el segundo semestre debido a la sequía que afectó la producción agropecuaria y las exportaciones, así como la finalización de las obras de UPM2. Como resultado, el país entró en recesión al finalizar 2022, dejando un arrastre negativo del 1% para 2023.
Para el primer trimestre de 2023, Uruguay salió de la recesión, con un crecimiento del 0,9% en comparación con el trimestre anterior, impulsado por el turismo y una menor intensidad de la sequía en sectores como la agricultura y la generación eléctrica. Sin embargo, se espera que el segundo trimestre sea desafiante debido a que la sequía continuará afectando las actividades primarias y requerirá importar energía de Brasil.
Para 2023, se estima un crecimiento económico del 2%, impulsado por el consumo privado, la recuperación de los salarios reales y las exportaciones de servicios, como el turismo. La puesta en marcha de la planta de celulosa y sus exportaciones compensarán parcialmente la caída de las exportaciones de bienes. Se proyecta que, en 2024, la actividad se expandirá un 2,3%, impulsada por el consumo interno, la recuperación del sector agrícola y el aporte pleno de las exportaciones de celulosa.
En 2022, Uruguay experimentó una mejora significativa en el empleo, con 40,000 empleos adicionales en comparación con el año anterior, lo que llevó a cerrar el año con un nivel de población ocupada mayor que antes de la pandemia. Sin embargo, para 2023, se espera que la tasa de desempleo se mantenga en torno al 8,3%, afectada por la desaceleración de la actividad y la finalización de las obras de UPM2. Aunque sectores dinámicos como el turismo y el comercio generarán empleos, no serán suficientes para compensar la caída en otros sectores estancados.
En cuanto a los salarios, se espera que la décima ronda de negociaciones logre un aumento nominal ligeramente por encima de la inflación, permitiendo que el salario real siga aumentando entre un 2,0% y un 2,5%.
Si bien los precios de los commodities clave alcanzaron máximos en 2022 debido al conflicto comercial entre China y Estados Unidos, se espera que disminuyan en 2023. Además, la sequía ha afectado la producción agropecuaria, lo que ha reducido las exportaciones de bienes. En este contexto, se prevé que las exportaciones de bienes disminuyan un 4% en 2023.
Sin embargo, el informe destaca que las exportaciones de servicios, especialmente el turismo, pueden compensar parcialmente esta caída. A medida que la situación sanitaria global mejora y se reanudan los viajes internacionales, se espera una recuperación gradual en el sector turístico. Además, la planta de celulosa UPM2, una vez en pleno funcionamiento, contribuirá positivamente a las exportaciones de servicios.
El informe indica que el déficit global del sector público fue del 3,2% del PIB en 2022, pero al excluir los ingresos extraordinarios del Fideicomiso de Seguridad Social (FSS), habría alcanzado el 3,4%, mejorando 0,7 puntos porcentuales en comparación con 2021 y superando la meta establecida en la última rendición de cuentas. Sin embargo, a abril de 2023, el resultado global consolidado empeoró y alcanzó el -3,6% del PIB, debido a una caída en la recaudación y un aumento del gasto primario. Varios factores, como la sequía y el aumento previsto en los salarios reales, ponen en duda el cumplimiento de la meta fiscal para 2023. Según las previsiones, se espera un déficit consolidado del 3,1% del PIB para este año, por encima de la meta establecida, pero se espera cierta flexibilización en la rendición de cuentas que se remitirá al Congreso debido a la inesperada sequía. Para 2024, se estima una mejora limitada en el resultado fiscal, alcanzando el -2,9% del PIB una vez superada la sequía y la incertidumbre internacional.
En cuanto a la inflación y la política monetaria, se proyecta que la inflación alcance el 7,5% este año y el 6,2% el próximo. Aunque las variaciones mensuales del IPC han desacelerado en los primeros cinco meses de este año, la inflación núcleo muestra una ralentización más lenta. El Banco Central del Uruguay (BCU) ha sido el primer banco central en la región en reducir la tasa de política monetaria, pero las expectativas de inflación para los próximos 24 meses se sitúan por encima del rango meta. Se estima que el BCU mantendrá su pausa en los recortes de tasa hasta al menos el tercer trimestre y luego retomará los recortes a medida que las expectativas de inflación converjan al rango objetivo. Se espera que la tasa de política monetaria termine el año en 10,25%.
En cuanto al tipo de cambio, se espera una leve aceleración en lo que queda del año debido a la reducción en las exportaciones causada por la sequía. La proyección es que el tipo de cambio alcance UYU/USD 39,7 para diciembre de 2023 y 42,3 para diciembre de 2024.
A pesar de la desaceleración económica y el deterioro de las cuentas fiscales en 2023, la percepción del riesgo de Uruguay se mantiene en el mínimo de la región. Standard & Poor's y Fitch han elevado el rating del país por encima del umbral de Grado Inversor, debido al cumplimiento de los objetivos de la regla fiscal y la aprobación de la reforma de la seguridad social. Además, la reciente inversión en una planta de hidrógeno verde destaca a Uruguay como receptor de inversiones y referente en la transformación hacia las energías renovables. El informe concluye manteniendo el optimismo en Uruguay, destacando su fuerte institucionalidad y la claridad de su rumbo económico a mediano y largo plazo basado en una macroeconomía sustentable.