En nuestro país esta situación no es nueva y ya afecta a todo el territorio nacional. En noviembre del 2012, por ejemplo, se denunció la intoxicación de más de 4.000 colmenas en la zona sur del país asociada con el uso de pesticidas para la agricultura.
El productor Amado Ferrari, dirigente de Comisión Nacional de Fomento Rural manifestó que “hay mucha gente que ignora las leyes, los sistemas y las ordenanzas que hay. Esta gente está aplicando productos tóxicos en sus campos a la vista de todos; y el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca lo está viendo y no sabemos qué es lo que evalúa”.
Consultado el director de Servicios Agrícolas del MGAP, Inocencio Bertoni, señaló que el tema de las distancias previstas para las fumigaciones “está vigente y es funcional”. Sin embargo, reconoció que “es bastante notoria la mortandad de abejas por fumigaciones que se hacen en terrenos cercanos a las colmenas”.
La firma Beeologics, que se dedica a buscar soluciones al rápido declive de poblaciones de abejas en el mundo, adquirida por la Multinacional Monsanto hace un par de años, ha desarrollado un producto llamado Remembee, un agente antiviral que se espera podrá combatir el “desorden de colapso de colonias”, una plaga que ha disminuido por un tercio la población de abejas en Estados Unidos en la última década. Sin embargo, según tres estudios recientes realizados en Estados Unidos, el virus que combate Remembee no es la verdadera raíz del problema, sino un tipo de pesticidas, conocidos como neonicotinoides, que cubren más de 142 millones de hectáreas de maíz, trigo y soja en Estados Unidos. Este tipo de pesticida es absorbidos por el sistema vascular de las plantas y contaminan el polen y néctar que las abejas utilizan, desorientan a los insectos impidiéndoles regresar a su colmena.