Tras una carrera en gigantes como Coca-Cola y Pepsico, el contador Juan Rodríguez fundó un emprendimiento que une su historia personal con una creciente demanda del mercado. Hoy, sus productos se expanden por tiendas especializadas y se prepara para un nuevo salto.
Después de más de veinte años en el mundo corporativo, el contador Juan Rodríguez decidió cambiar las planillas de costos de las grandes multinacionales por las recetas de su infancia. Ahora, a sus 42 años, es el fundador de Abuela Nena, una marca de galletas sin gluten que, a poco tiempo de su lanzamiento, ya se ha hecho un lugar en el competitivo mercado de alimentos saludables de Uruguay.
Juan se ocupa de dirigir la producción, supervisarla, distribuirla, cuidar la difusión y, por oficio, también las cuentas. Con todo esto, el emprendimiento ha alcanzado todo Montevideo y varias ciudades del Interior con decenas de puntos de venta.
Abuela Nena es la culminación de una historia personal y profesional. El nombre es un homenaje directo a sus raíces. “Mis abuelos tenían un emprendimiento familiar con hoteles. Era un lugar donde cocinaban viandas para todo el centro, siempre cocinaron mucho. De chico me enseñaban y me dejaban meter mano”, recuerda Rodríguez. Aunque el tributo es para ambos, el abuelo Juan y la abuela Nena, confiesa que le pareció "mejor respetar el humor de ella" para bautizar la marca.
Sin embargo, su trayectoria profesional tomó un rumbo muy distinto. Con un MBA en costos, su carrera lo llevó por los pasillos de empresas como Tupperware, Stiller, Coca-Cola y Pepsico. “No tengo idea de cocina”, admite, pero el mundo gastronómico nunca le fue ajeno, ya que cuenta con dos primos chefs, uno de ellos celíaco.
La decisión de incursionar en el mercado sin gluten no fue casual. Además de su primo, su círculo social incluye a muchos amigos celíacos, varios de ellos diagnosticados en la adultez. La conexión se volvió aún más directa cuando él mismo atravesó un tratamiento por alergia al gluten. “Hice dieta y se me pasó. Fue una casualidad que tuviera alrededor tanta gente afectada por celiaquía o intolerancia al gluten”, explica. Esta suma de experiencias lo motivó a explorar un nicho que conocía de cerca. “Siempre me quedó la espina de desarrollar mi emprendimiento en esta área”, afirma.
Rodríguez identificó que era “un buen momento para desarrollar propuestas que aporten desde la nutrición y que ofrezcan opciones ricas para que celíacos e intolerantes puedan tener alternativas”. Con esa visión, se enfocó en desarrollar un producto cuya receta le pareció apta para llevar a “un proceso productivo viable”.
El desarrollo de la marca ha sido un proceso de aprendizaje constante. “Voy aprendiendo de la gente que trabaja conmigo, atiendo sus sugerencias”, comenta. Para perfeccionar las fórmulas de sus tres variedades —queso, semillas y tradicionales—, colabora con Latitud, la incubadora de alimentos del LATU. Al mismo tiempo, el branding lo gestiona él mismo, aunque la ilustración de su abuela es obra de María Victoria Moliner y gracias a ANDE recibió una consultoría en estrategia digital para fortalecer su presencia online.
La operación de Abuela Nena se apalanca en Monte Nativo, la distribuidora de alimentos saludables que el propio Rodríguez fundó el año pasado. Aunque la fórmula de las galletas es propia, la producción, que ronda los 600 a 700 paquetes mensuales de 200 gramos, se terceriza en una fábrica especializada. Este volumen les ha permitido alcanzar el punto de equilibrio.
El objetivo de Abuela Nena trasciende el nicho. “El objetivo es que el celíaco no tenga que comprar para sí mismo, sino que la familia pueda consumirlo con gusto. Que sean comibles”, subraya Rodríguez. Esta filosofía responde a un mercado más amplio que el estrictamente diagnosticado. Según datos de la industria, la población celíaca representa el 1% de la población, pero el estudio de mercado realizado por Rodríguez arrojó un universo potencial de entre 90 y 100 mil consumidores, incluyendo a las familias y a quienes optan por una dieta sin gluten.
Hoy, las galletas Abuela Nena se encuentran en puntos de venta de referencia para la comunidad celíaca como La Molienda y Graviola, además de tiendas naturistas y locales del interior. Con la operación estabilizada, los planes apuntan a ampliar la distribución, incorporar nuevos sabores y lanzar ediciones especiales, consolidando así el paso de un ejecutivo corporativo a un emprendedor que encontró en su historia familiar la fórmula para un nuevo éxito.
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