En Uruguay son 300 las personas que practican este deporte extremo que, año a año, se impone con mayor fuerza en el país. Quien quisiera hacerlo no necesitaría registrarse en ninguna institución, ni hacer ningún tipo de papeleo; solamente tendría que comprar el equipo y hacerse cargo de los gastos de mantenimiento y combustible que necesite utilizar.
Tener un equipo nuevo, de vela y motor, podría costar alrededor de US$ 10.000, aunque también se pueden conseguir equipos usados por US$ 5.000. El mantenimiento es sencillo y el rendimiento por litro brinda una autonomía de 5 horas de vuelo aproximadamente, lo que equivaldría a $ 55 o $ 57, dependiendo del tipo de nafta que el piloto quiera utilizar.
Existen motores de dos tiempos, que van desde los 80 a los 300 centímetros cúbicos, con una hélice que varía entre 1.20 y 1.50 metros, y tienen un peso de 25 a 45 kilos que deben cargar en sus espaldas.
Si bien esto podría considerarse una desventaja, también aparecen los aspectos positivos. Quien quisiera volar en parapente solo tendría que llevarlo consigo y salir cuando lo desee (siempre que las condiciones climáticas se lo permitan).
De igual forma, y a pesar de que no es obligatorio hacer ningún tipo de papeleo al momento de volar, en Uruguay existe la Asociación Uruguaya de Parapente que engloba 150 afiliados (parapentistas y paramotoristas) que abonan una anualidad de US$ 70 por persona y les permite obtener la licencia de piloto, además de la cobertura de robo y de responsabilidad civil contra terceros.
Si bien el vuelo en parapente es considerado un deporte seguro, siempre hay que respetar factores como el clima, y saber leer lo que indican los anemómetros (instrumentos que se encargan de medir el viento), para conseguir un vuelo seguro y libre de cualquier preocupación.
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