En un contexto donde la preocupación por el calentamiento global y la necesidad de adoptar prácticas económicas más responsables crece, la atención se centra en la sostenibilidad y la medición de la huella de carbono en todas las actividades productivas, incluso en la emisión de billetes. Por lo cual, los billetes de polímero emergen como una posible solución, ofreciendo un camino hacia una economía más sostenible.
CCL es la empresa australiana encargada de producir el polímero con el que se realizan los billetes de $20 y $50 que tenemos circulando en Uruguay, e incluso la empresa posee una planta recicladora en México, donde se puede procesar el polímero los billetes que ya alcanzaron su vida útil.
Así lo explicaron a InfoNegocios desde el Banco Central del Uruguay: “En Uruguay circulan casi 193 millones de billetes que totalizan un valor de 99,4 millones de pesos (según la memoria anual de 2021 del Banco Central del Uruguay)”. De estos, más de la mitad son denominaciones de $100 o menos. El 24% de los billetes circulantes es de $20, el 15% de $50, el 14% de $100 y el 6% de $200. Además hay un 7% de $500, 23% de $1000 y 11% de $2000. Los billetes de $50 y $20 conviven en su formato antiguo y en billetes de polímero. En los billetes de $20 sólo un 7,6% es de polímero. En cambio, en los de $50 la mayoría son del material sintético, el 55,5%. ¿Quién encarga los billetes? Correcto: “Las cantidades exactas de emisión de cada billete, costos y decisión de impresión recaen en las potestades del Banco Central”.
El impacto ambiental de la fabricación de billetes se convierte en un factor determinante, considerando diversos aspectos como la forma de producción, el origen de la materia prima, la durabilidad en circulación y la gestión de residuos al finalizar su vida útil. Los billetes de polímero destacan al permitir la circularidad a lo largo de todo el proceso, maximizando el aprovechamiento de materiales y energía, y reduciendo significativamente su huella de carbono.
La durabilidad del billete es fundamental en la generación del impacto ambiental que termina teniendo debido a que una mayor vida en circulación contribuye a una menor tasa de reposición de piezas deterioradas, incidiendo en un menor requerimiento de billetes nuevos para sustitución. Está comprobado científicamente que los billetes de polímero tienen una vida útil al menos tres veces mayor que la de los billetes de algodón, ya que en países como Australia, Canadá o Costa Rica los bancos centrales indican que sus billetes de polímero duran cinco veces más.
En general, los billetes de polímero generan menores emisiones de gases de efecto invernadero que los billetes de algodón, esto se debe principalmente a los menores impactos asociados principalmente con la etapa de distribución, dentro de su ciclo de vida. También se estima que durante su producción el billete de polímero reduce en un 98.8% el impacto en el agotamiento del agua en comparación a los billetes de algodón.
Los billetes de polímero son 100% reciclables, mientras que el 80% de los billetes de algodón en el mundo por lo general son enviados a rellenos sanitarios o incinerados, lo que genera emisiones de gases de efecto invernadero. La transformación de los billetes de polímero en madera plástica y pellets ofrece una amplia gama de posibilidades, desde carpintería plástica hasta materia prima para productos plásticos duraderos.
Más de 60 toneladas de residuos de polímero provenientes de antiguos billetes sacados de circulación y desintegrados ya han sido transformados por CCL Secure entre 2022 y 2023, con más del 90% de sus clientes reciclando los billetes de polímero al final de su vida útil. Todo lo anterior sin dejar de lado la seguridad que entregan los billetes de polímero con ventanas transparentes, inclusive integradas con imágenes holográficas.
Tu opinión enriquece este artículo: