La demanda volvió a incrementarse, con nuevos actores en el mercado. Hoy existen en Uruguay alrededor de 1.200 establecimientos, según datos del Ministerio de Salud, aunque se estima que hay otros 300 trabajando en la informalidad.
“Desde el punto de vista de la salud fue muy difícil trabajar durante los peores meses de la pandemia y desde el lado económico, para el sector, también fue un golpe duro”, dijo Gerardo Notte, secretario de la Asociación de Residenciales de Adulto Mayor (Aderama), que nuclea a propietarios y directores de estos espacios.
“Al comienzo, las pocas empresas que tenían alcohol lo cobraban a precio de oro. Todos nos enfrentamos a costos muy excesivos. Tuvimos que salir a comprar al por mayor, armar grupos de compra. Recién ahora se estabilizaron los precios de muchos insumos. Sumado a todo eso, trabajamos con menos personal porque hubo que aislar, y a quienes quedaban trabajando se les pagaban horas extras”, contó.
“Pero el problema más grande fue que la gente decidió no mandar a sus padres o abuelos a los residenciales. Durante un año no tuvimos nuevos ingresos y estuvimos obligados a mantener la misma cantidad de personal pero con ingresos menguados. Para las empresas que se habían iniciado previo a la pandemia, en 2019, que arrancaron con una, dos o tres personas, se les hizo muy difícil sostener los costos y muchos quedaron en el camino”, relató Notte.
Aunque la pandemia aún no terminó y, por el contrario, la cantidad de casos de COVID-19 se está incrementando nuevamente, los residenciales lograron acomodar sus costos, intentando no variar los precios. Notte explicó: “No se pueden modificar mucho los precios, porque los nuevos ingresos de personas en todo este tiempo fueron pocos y se puso como prioritario mantener el negocio en pie”.
Un residencial para una persona mayor en Uruguay va de los US$ 500 a US$ 5.000 por mes, aunque para asegurar un buen servicio en un sitio registrado y autorizado, hace falta pagar al menos US$ 1.000 mensuales, de acuerdo a información de Aderama.
“Los precios son muy variables y dependen de las instalaciones y los servicios que brindan. En la Asociación contamos con un residencial que podría decirse premium, que nació apuntando a un público top, con una infraestructura muy grande, y que cuesta US$ 5.000s por mes”, contó Gerardo Notte. “Depende mucho de la zona, de la estructura edilicia. Si bien hay algunos que cobran US$ 2.500, la media podría estar en US$ 1.000”, dijo.
Los que están por debajo de ese monto, en US$ 500, son los que están fuera de cualquier registro, por lo tanto evaden impuestos y brindan servicios de poca calidad.
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