Clara, la ovejita de batalla de Ruralanas (se vende a US$ 32)

Detrás de la marca Ruralanas, detrás de la empresa, hay muchas historias de manos de mujeres rurales dedicadas a hacer productos artesanales 100% de lana. Como toda iniciativa que surge a través de pequeños emprendedores, el COVID-19 vino a sacudir fuerte el trabajo de hilar, tejer y teñir prendas y otros artículos cuyo público de compra (90%) era el turista. En este escenario sin potenciales clientes directos, Ruralanas apela a la sensibilidad y crea una campaña con su clásico personaje, la cual contribuirá a que los talleres de cientos de artesanos en Uruguay sigan funcionando.

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¿Puede una oveja ser el caballito de batalla de una empresa? Sí, y más en el caso de Ruralanas, que puede convertir a Clara –uno de los productos más simpáticos y reconocidos de la marca– en su ovejita de batalla, ya que por tiempo limitado llevará un corazón en una de sus patas y será parte de una campaña que busca tenderle una mano a las cientos de manos de mujeres rurales que conforman la red de artesanos de la empresa.

“El tema es que con la actual paralización del turismo, el sustento de nuestros artesanos se ha visto afectado drásticamente”, señaló Virginia Montoro a InfoNegocios, agregando que “prácticamente el 90% de nuestras ventas estaba dirigido a los miles de turistas que venían a nuestro país y elegían como recuerdo de Uruguay o souvenir de su viaje un producto hecho 100% de lana, y ahí estábamos nosotros”.

Por esto, la diseñadora industrial textil y directora de Ruralanas impulsa esta acción de comprar la ovejita Clara –mascota de la empresa– como gesto de cariño que simbolice afecto o gratitud, como regalo sorpresa que se convierta en un abrazo a la distancia o una caricia en cuarentena.

“La idea es que lo puedan comprar en su formato clásico y, por un tiempo limitado, con un corazón como símbolo de solidaridad. ¿Y por qué solidaridad? Porque es lo que necesitan en la actual situación nuestros artesanos”, sostuvo Montoro, quien adelantó que el precio de esta artesanía es de US$ 32 y puede adquirirse solo por la web de la empresa.

En este sentido, vale recordar que la presencia de Ruralanas y sus productos –hechos en los diez talleres en los que trabajan un centenar de artesanos– siempre estuvo en puntos clave de movimiento turístico, como el Aeropuerto Internacional de Carrasco, el Mercado del Puerto, Colonia del Sacramento y Punta del Este, entre otros lugares.

“Nuestra lana, la lana uruguaya, no es un producto económico, pero no tengas duda que nos ha representado y representa de modo excelente en todos los rincones del mundo en los que alguna de nuestras prendas llegó”, dijo Montoro, agregando que el punto ahora está en innovar y reinventarse para encontrar un nicho en el mercado local en el que sus productos, elaborado con lana de ovejas de raza Merino y Corriedale, pueda llamar la atención.

“Y más previendo que ya comenzaron los primeros fríos y se viene una zafra que nos encuentra con muchísimo stock que, por lo que decíamos antes, no pudimos vender. Porque no nos olvidemos –remarcó Montoro– que nosotros diseñamos y producimos colecciones anuales para nuestra propia marca y para quince marcas más, dentro y fuera del Uruguay”.

Esta producción, en la que se emplea un promedio de 10.000 kilos de lana al año, es 50% y 50%, y en ambos modelos, sostuvo la diseñadora industrial textil, el COVID-19 afectó el negocio, ya que se cancelaron muchas órdenes de compra y se postergaron pagos.

“Por eso apostamos a Clara (que debe su nombre a una artesana del departamento de Salto que desarrolló la idea con Montoro), a una compra de sensibilidad social, que entiende que detrás de cada prenda hay una historia, una mujer que se especializa en lo que más le gusta y sabe hacer”, sostuvo la directora de Ruralanas, agregando que además de la ovejita pueden adquirirse bufandas, gorros, ruanas, pashminas y otros accesorios con precios que van desde los US$ 18 en adelante.

Sin duda se trata de una iniciativa que con el corazón en la mano (o en la pata como lo lleva Clara) viene a apoyar a familias de zonas rurales muy necesitadas (ubicadas principalmente en el norte de Uruguay) que, con compromiso y respeto al trabajo de todos, tejen calidad de vida.

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