El mercado global de juegos de mesa vive una era dorada, con una valoración de 13.95 mil millones de dólares en 2023 y una proyección de alcanzar los 24.99 mil millones para 2030, creciendo a una tasa anual compuesta del 8.7%. Lejos de ser un observador pasivo, Uruguay se ha integrado plenamente en esta dinámica, demostrando que esta tendencia global tiene un fuerte arraigo local. La industria local, que cada año ve la creación de 5.000 nuevos juegos a nivel mundial, ha madurado y se ha profesionalizado, desarrollando un ecosistema robusto que abarca desde la importación y distribución hasta una creciente comunidad de jugadores.
Un jugador destacado en este escenario es la distribuidora Saccum, que opera en el país desde 2017. Lo que comenzó con la importación de títulos icónicos como Colonos de Catán se ha transformado en una operación que gestiona más de 600 títulos de editoriales de renombre como Devir, Top Toys y Maldón. El éxito es medible: solo Colonos de Catán registra ventas superiores a las 3.000 unidades anuales en el país, consolidándose como el juego de mesa más popular.
Más allá del ocio: el motor social y corporativo
El crecimiento de la industria responde a profundas corrientes sociales y culturales que se vienen gestando desde hace al menos dos décadas. Jorge Peverelli, director de Saccum, identifica una de las claves del fenómeno: “En un contexto de saturación digital, estos juegos nos gusta decir que representan el último reducto de entretenimiento con dopamina sana, ofreciendo una conexión humana cara a cara que contrarresta la fatiga de pantallas”. Esta visión es compartida por otros expertos del sector, quienes señalan que el auge “se debe a la alienación de la gente con las pantallas”.
Más allá de la desconexión, los juegos modernos son valorados por su capacidad para desarrollar habilidades blandas como la planificación, la comunicación y la resolución de problemas, tanto en niños como en adultos. Este valor no ha pasado desapercibido para el mundo empresarial. Saccum ha registrado una creciente demanda de juegos de mesa para entornos corporativos, donde se utilizan como herramientas para dinámicas de team building. Títulos como Carcassonne y Código Secreto son implementados para promover la colaboración en un ambiente lúdico, como demuestra la reciente incorporación de juegos de la distribuidora en la sala de comedor de funcionarios del Aeropuerto de Carrasco.
Estrategias, canales y comunidad: la profesionalización del juego
La consolidación del mercado uruguayo se evidencia en la expansión y diversificación de sus canales de venta. La red comercial ha evolucionado desde un nicho de tiendas especializadas, como Montevideo Gaming House o Sparta Games, hasta tener presencia en las góndolas de grandes cadenas de jugueterías, librerías y supermercados como Mosca, Tienda Inglesa y Bookshop. La capilaridad de la distribución es tal que los juegos han llegado incluso a los Duty Free de aeropuertos y puntos de frontera, ampliando masivamente el acceso.
La estrategia promocional ha sido fundamental para este crecimiento, centrándose en la participación activa en eventos públicos con demostraciones en vivo. Saccum ha marcado presencia en la Feria Internacional del Libro y organizó el primer Devir Fest, que reunió a más de 400 participantes. Estos eventos, junto a iniciativas como el Ludicon Fest, que congregó a 1.500 personas, son cruciales para la construcción de una comunidad sólida.
La profesionalización se completa con la organización de torneos nacionales de juegos como Catan y Carcassonne, cuyos ganadores viajan a representar a Uruguay en certámenes mundiales en Alemania, insertando al país en el circuito competitivo internacional.
El futuro del tablero: un mercado con potencial de expansión
Con una base de consumidores cada vez más informada y una estructura comercial sólida, el futuro de la industria de juegos de mesa en Uruguay se presenta prometedor. Las categorías más buscadas, como los juegos de estrategia y los juegos rápidos y "party", reflejan una diversidad de preferencias que el mercado está sabiendo satisfacer. La nostalgia, la innovación en el diseño y la constante necesidad de interacción social genuina continúan siendo potentes impulsores.
El desafío y la oportunidad para productores y distribuidores residen en seguir expandiendo su alcance. Como concluye Peverelli, la misión es clara: “Queremos acercar los juegos de mesa a muchas más personas, sabemos que en Uruguay hay mucha gente que aún no ha descubierto el mundo de los juegos de mesa modernos”. Con cada nuevo jugador que se sienta a la mesa, la industria no solo suma una venta, sino que fortalece un tejido social que valora la estrategia, la conversación y la conexión humana por encima de la pantalla.