Sobre el terreno donde funcionó durante décadas el Hotel Bravamar, en la parada 10 de la Brava, abrió sus puertas Bravo Hotel, un emprendimiento que busca reactivar un punto emblemático de Punta del Este con un enfoque boutique y contemporáneo.
“Es el primer proyecto hotelero del grupo, que hasta ahora se dedicaba al real estate”, explicó Hugo Mattos, gerente general del establecimiento. La inversión total asciende a US$ 4 millones e incluyó la compra del predio lindero para una futura ampliación. “La prioridad es consolidar este primer hotel y, más adelante, llevar la capacidad a entre 35 y 40 habitaciones, probablemente en 2026 o 2027”, añadió.
El antiguo Bravamar había cerrado durante la pandemia y permanecía inactivo hasta su adquisición. “Fue más una reconstrucción que una remodelación, porque el hotel cambió totalmente por dentro”, señaló Mattos.
La elección de Punta del Este responde al peso que el balneario mantiene en el mapa turístico nacional. “Sigue siendo la marca turística más reconocida del país y, además, ya no se asocia solo al verano. Hoy hay movimiento todo el año, con turismo corporativo y el fenómeno bleisure, que combina trabajo y ocio”, afirmó.
El hotel apunta a un segmento boutique, con foco en la experiencia del huésped. “No somos un hotel de lujo tradicional, pero tampoco una opción más. Buscamos un equilibrio entre lo contemporáneo y lo humano, con tecnología integrada y un trato cálido”, sostuvo el gerente.
Entre sus servicios se incluyen desayuno continental, piscina con solárium, gimnasio, cowork, jardines y un kit de playa con reposera, sombrilla y toalla. Las tarifas base oscilan entre US$ 90 y 100, mientras que las suites van de US$ 200 a 300, según la temporada.
La propuesta gastronómica está a cargo de Dilema, con Bravo Resto, un restaurante y bar de autor que funciona desde las 7 de la mañana hasta la medianoche. Cuenta con 40 plazas interiores y 20 exteriores, y permanece abierto tanto para huéspedes como para público general.