Una discusión muy importante en la comunidad científica es entender cómo se forma la inteligencia humana. Al fin y al cabo, nuestra capacidad intelectual y su constante evolución es lo que nos diferencia del resto de seres vivos de nuestro planeta. Por ello, en base a varios estudios, algunos investigadores estiman que una parte relevante de nuestra inteligencia se hereda de la madre.
Es por eso que, en el marco de la celebración del Día de la Madre, Genera, primer laboratorio latinoamericano especializado en genómica personal, analizó cómo las madres pueden influir en que las personas sean más o menos inteligentes.
Primero lo primero: ¿qué es la inteligencia?
No existe una definición precisa de lo que es la inteligencia, ya que su concepto varía y evoluciona con la sociedad e incluso está relacionado con el campo filosófico. Sin embargo, la ciencia, que lleva mucho tiempo tratando de comprender la inteligencia, ayuda a comprenderla a partir de la relación entre los mecanismos biológicos del cuerpo humano y el comportamiento de las personas.
Según los diccionarios, la inteligencia es la capacidad que tiene una persona para pensar, comprender, razonar e interpretar. Es el conjunto de funciones mentales que facilitan la percepción y la comprensión de las cosas y los hechos. Para el campo de la Psicología, la inteligencia se puede definir como la capacidad de extraer información, aprender de las experiencias, resolver problemas de forma adecuada, adaptarse al entorno, comprender y utilizar el pensamiento y la razón de forma coherente.
¿La inteligencia nace con nosotros o se desarrolla con el tiempo?
La inteligencia está asociada con diversas funciones cognitivas y cerebrales, que están presentes desde el nacimiento. Por lo tanto, todas las personas son inteligentes, pero de manera diferente. Sin embargo, estas funciones cognitivas que en conjunto llamamos inteligencia, pueden verse influenciadas y estimuladas por diversos factores biológicos y conductuales, como la alimentación saludable, la hidratación, la actividad física, el sueño reparador, los estímulos mentales, la meditación, la lectura, las actividades creativas, la socialización y los factores genéticos.
¡Feliz día mamá! ¿Me heredás un poco de inteligencia?
Como se mencionó antes, la inteligencia puede estimularse y desarrollarse a partir de diferentes hábitos y comportamientos, pero también de factores genéticos que se heredan de los padres biológicos. Estudios en el área reconocen que existe una relación entre los genes presentes en el cromosoma X y el desarrollo del cerebro, y una parte importante de las funciones cognitivas está relacionada con la información genética presente en este cromosoma. Como las personas con sexo biológico femenino tienen dos cromosomas X, siempre transmitirán a su descendencia uno de estos cromosomas y, en consecuencia, información genética asociada a la inteligencia.
Importancia de los padres en el desarrollo intelectual de los hijos
Además de los factores genéticos, los factores ambientales son esenciales para el desarrollo de la inteligencia. Entre ellos, el componente afectivo con los padres durante la infancia es uno de los más importantes. Esto es relevante porque durante la niñez y la adolescencia, los niños están en proceso de formación de su personalidad y aprendizaje. El período es fundamental para el buen desarrollo intelectual y social del individuo. Mucho de lo que aprende y llevará consigo por el resto de su vida proviene de la influencia de los padres, como comportamientos y preferencias.
Debido a que están más relacionados emocionalmente con sus madres desde la primera infancia, los niños terminan compartiendo y absorbiendo muchas de sus características intelectuales y este es otro factor que contribuye a la hipótesis de que la inteligencia la hereda la madre.
Sin embargo, tanto la madre como el padre u otra persona que cumpla estas funciones, juegan un papel fundamental en la formación intelectual del niño, en el proceso de aprendizaje y en la mejora de las habilidades de sus hijos. Por ello, deben estar presentes en la vida del niño, estimulando la confianza, el aprendizaje y el desarrollo social y emocional.
“Con el test de Genera se analizan miles de puntos de ADN y de esa manera es posible acceder a la historia genética de un individuo durante al menos cinco generaciones, lo que corresponde en promedio a 400 años, dando a cada uno la oportunidad de conocer un poco más sobre sus orígenes. Ahora bien, existen personas que no cuentan con este vínculo genético. Las conexiones van más allá de nuestro ADN y muchas veces estos vínculos son más fuertes a pesar de no contar con el parentesco biológico”, dice Ricardo Di Lazzaro, cofundador y CEO de Genera.
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