Si estimamos que cada pasajeros abona esos US$ 5 hablamos de más de US$ 1 millón por temporada (calculando un promedio de 2.000 personas por barco). No existe infraestructura suficiente para agilizar el retorno y tampoco se les brindan servicios para que banquen la espera. ¿No se podría hacer al menos un techito o un acuerdo con OSE para regalarles unas bolsitas con agua?
Un sombrero no se le niega a nadie… cruceristas sudan la gota gorda esperando en el puerto
Esta temporada llegarán a Punta del Este 105 aeronaves con entre 1.500 y 3.500 pasajeros cada una, dependiendo del tamaño del buque. Cada crucerista paga un promedio de 100 pesos (US$ 5) incluidos en el pasaje que operan como una especie de “tasa de embarque”. Pero lo cierto es que en su breve pasaje puntaesteño (excepcionalmente más de tres horas) los pobres turistas deben soportar las altas temperaturas sin un servicio adecuado (ni hablar de agua o algún entremés). Muchos recurren a los oportunos vendedores ambulantes de sombreros para atajarse del solazo porque a veces las esperas superan la hora. Cuando bajan del barco algunos recorren el puerto, Gorlero, la Calle 20 y dan una pasadita por Conrad; mientras otros prefieren hacer un citi tour de dos horas que los lelva por La Barra y Casapueblo, a un costo de US$ 20 por persona.
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