En poco menos de dos años de haberse lanzado al mercado, Crowdfarming Wine lleva hechas más de 30 marcas y etiquetas privadas, con nombres e historias detrás de cada una muy particulares, como por ejemplo Confiscado, Aguaquecanta, Liz, Arpeggio y Aquí, entre otros. Estos vinos, de algún modo, vienen creando una de las redes de negocios vitivinícolas más atractiva e innovadora del mercado, que ahora llega a Uruguay para cerrar distintos acuerdos comerciales en Punta del Este y Montevideo.
“Se trata de empresarios vinculados al sector gastronómico que desean tener botellas de su propia marca y etiqueta en la mesa, así como personas del sector hotelero y empresas del sector automotriz”, dijo Francisco Evangelista a InfoNegocios.
Según el fundador y jefe ejecutivo de Crowdfarming Wine, el modelo de trabajo de la firma cubre todas las dimensiones del negocio del vino, desde la planificación estratégica y el desarrollo de la identidad de marca hasta el abastecimiento de uvas, la gestión de viñedos, la vinificación, la exportación y la distribución.
“En todas las etapas participan los clientes, porque juntos pensamos la botella, la uva, el vino… juntos diseñamos la marca, juntos pensamos la etiqueta, hacemos su registro. Eso tanto para quien quiere su propio vino para consumo personal o tenerlo a la venta, o bien para quien quiera desarrollar un negocio más completo con esa marca. En ese caso desde Crowdfarming Wine generamos estrategias de marca personalizadas, desarrollamos la identidad y optimizamos las ventas de ese vino, proporcionándole al cliente un soporte exclusivo de gestión de canales de distribución”, puntualizó Evangelista.
La idea principal del proyecto es acercar a cualquier persona que le interese elaborar su propio vino, que conozca el mundo de la vitivinicultura y pase de ser un comprador de botellas a ser un creador de las suyas. “En Uruguay –dijo Evangelista– encontramos un perfil de clientes que van detrás de ciertas joyas envasadas”.
Vale aclarar que para elaborar el vino, el equipo de Crowdfarming Wine invita a cada interesado a hacer degustaciones a ciegas, de cortes distintos, con blends especiales. De allí surgen preferencias según los paladares.
“Lo que nosotros proponemos son tres selecciones muy definidas de vino, que podríamos nombrar como estilos”, dijo Evangelista, agregando que está “el estilo uno, con mucho tiempo de roble en su producción, tanto madera francesa como americana; el estilo dos, más sutil, elegante, con menos madera; y el estilo tres, que directamente no pasa por madera, resultando un vino más joven y frutal”.
Según el creador de Crowdfarming Wine, la empresa cuenta con un volumen importante de botellas de los tres estilos en stock, por lo que un cliente puede contar con sus botellas rápidamente. “Desde cerrado el acuerdo a tenerlo en su mesa, en su casa, pueden pasar tres meses. Luego, esa selección de vino podemos ir desarrollándola en el viñedo y bodega, durante más tiempo, pero siempre vamos a contar con una de las tres selecciones”.
El mínimo de botellas que deben comprarse son 1.800, ya que se trata de seis barricas exclusivas que se destinan para esa producción, alcanzando un costo desde US$ 11.772 a US$ 22.860. “En el caso del estilo uno de vino hablamos de un costo por botella de US$ 12,70, en el dos de US$ 9,35 y para el tercer estilo US$ 6,54”, aclaró Evangelista.
En suma, Crowdfarming Wine echa sus primeras raíces en Uruguay, haciendo florecer un modelo de negocio muy personal en el que su agenda ofrece el servicio tanto para el manejo de los viñedos como para las ventas y el marketing, pasando por la exportación y logística o simplemente cumpliendo un capricho de dedicarse –o dedicarle a alguien– una etiqueta privada de un vino que en la boca sabe a tu nombre.
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