Con el cierre de fronteras se prohibió la entrada de ómnibus de excursiones y, aunque protocolos sanitarios mediante sí entran vehículos particulares sobre todo de Santana do Livramento y de lugares cercanos y de menores ingresos, el panorama no se parece en nada al gran público brasileño que hace unos cuantos años dejaba jugosos dividendos en la frontera con su país. Es que hace ya unos cinco años, los propietarios de los grandes free shops de la frontera vienen sufriendo la caída económica de Brasil y mucho más la competitividad por el tipo de cambio. “Los problemas de nuestros comercios vienen de mucho antes de la pandemia”, explicó Varela.
El turismo de compra riverense tiene su apogeo en los meses de invierno, cuando la gente no busca las playas sino quizá salir de compras y encontrar buenos precios en productos de lujo. “Nosotros solo podemos vender de forma presencial”, contó Varela y aunque la asociación le pidió al gobierno que se les habilitara la venta online, todavía no obtuvieron respuesta.
En cambio, según contó a InfoNegocios el dueño de Full Moon, un comercio de venta mayorista popular, Oday Hasan, (oriundo de Jordania), este mes “empezó el movimiento” aunque los meses anteriores fueron “horribles”. Ahora están en plena temporada de frío, por lo que la venta es mayoritariamente de ropa, frazadas, mantas, calefactores, cobertores y medias. En un mes promedio, Full Moon factura un estimado de U$ 1.5 millón (aproximadamente US$ 34.000), según datos de Hasan. “Tenemos muy buenos descuentos”, anunció.
En la frontera con Brasil, en las ciudades de Río Branco, Rivera, Bella Unión, Aceguá y Chuy hay unos cien free shops que emplean un total de 4.000 empleados.
Tu opinión enriquece este artículo: