Los comercios sanduceros y salteños enfrentan una crisis pocas veces vista en la historia del país por la diferencia cambiaria con Argentina y la facilidad que tienen los habitantes de esas ciudades para comprar a pocos kilómetros todo tipo de productos y acceder a servicios, a precios exorbitantemente más baratos. El vendedor sanducero Adrián Cabrera, de la distribuidora Del Sol contó a InfoNegocios que antes de la pandemia “vendían bien”. Cabrera distribuye productos de limpieza, pero pasado ese tiempo, según dice el comercio de esa ciudad quedó “muerto”.
Las compras masivas en Colón y en Concordia afectaron todos los rubros, pero se acentúa en sectores como estaciones de servicio, farmacias, ópticas, restaurantes y hasta comercios veterinarios. “Los anti pulgas para perros salen 150 pesos en Colón, contra 600 en Paysandú”, ejemplifica Cabrera.
En mayo las ventas cayeron 30% y se estima que en junio se agraven y caigan a 40%. La cercanía entre Paysandú y Colón es tal que muchos uruguayos lo toman como un paseo familiar para ir caminando, almorzar, ir a la óptica a buscar una receta médica, comprar una botella de vino (El Trapiche está a 70 pesos uruguayos en Colón contra 290 en Paysandú ) comprar productos de higiene como pastas de dientes, shampoos, papel higiénico y cosmética, que están hasta 230% más baratos e incluso hasta ir al psicólogo. En Concordia, la ciudad argentina lindera con Salto comer en un restaurante es hasta 200% más barato para los salteños que en su ciudad de origen.
Otro tanto ocurre con los sitios turísticos termales de esas regiones. Las termas de Federación, por ejemplo, ubicadas en Entre Ríos son ”mucho más baratas y atractivas” que las de acá, dicen dos personas habitantes de Paysandú que no se quisieron identificar. Las del Almirón y Guaviyú, ubicadas en Paysandú. “se quedaron en el tiempo”, dicen. “No tienen ni parques acuáticos”. “Hay algo que estamos haciendo mal”, dicen.
Los comerciantes del litoral uruguayo ven poco probable que los gobiernos departamentales tomen alguna medida de peso para paliar esta corrida de compras masivas en el extranjero porque “el costo político es demasiado alto”. Si tomaran medidas, dice Cabrera, se beneficiarias “20 de 100” y ningún intendente, ni el salteño ni el sanducero están dispuestos a pagar. Por tanto, los controles aduaneros son muy laxos y a veces ni hay nadie, dicen.
“Es aguantar hasta que la Argentina reviente”, dicen.
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