La compañía AF, administradora de los activos forestales Bosques del Uruguay I, II, III y IV, concretó recientemente la venta de 210.000 toneladas de bonos de carbono, también llamados créditos de carbono, dado que se tranzan en el mercado de carbono para que los países desarrollados puedan financiar proyectos de abatimiento o captura de reducción de emisiones en otras naciones -como Uruguay-, acreditando dichas disminuciones y abaratando sus costos de cumplimiento.
Esta cantidad de CO2 que se compensa con estos bonos vendidos, según los expertos, es el equivalente a 400.000 vuelos de ida y vuelta entre Montevideo y San Pablo.
Vale señalar que las plantaciones forestales permiten secuestrar CO2 de la atmósfera y de hecho son las responsables de que Uruguay pueda ser considerado -si nos centramos en este gas- un país balance neto negativo. Pero no solo las empresas forestales pueden aprovechar esta oportunidad comercial, sino también todo el sector agropecuario.
Según las estimaciones locales, una plantación forestal secuestra por año, en promedio, cinco toneladas por hectárea. En este caso específico de AF, este carbono secuestrado es consecuencia del crecimiento de pinos y eucaliptus que durante más de 10 años acumularon carbono en plantaciones de los proyectos Bosques del Uruguay, generando por lo tanto un efecto positivo para el medio ambiente en materia de su aporte al equilibrio en la emisión de gases de efecto invernadero por otras actividades humanas.
Hace apenas unos días, cuando el ministro de Medio Ambiente, Adrián Peña, visitó parte de los bosques administrados por AF -que entre Uruguay, Chile y Brasil opera en más de 100.000 hectáreas en la región-, supo de primera mano esta noticia de exportación no tradicional, señalando lo positivo que es que Uruguay “comience a participar en el mercado de bonos de carbono, fortaleciendo nuestra marca país y reafirmando las políticas ambientales y los beneficios ambientales de un sector productivo muy importante para el país como sin duda lo es el forestal”.
Según un artículo publicado hace un tiempo por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) bajo el título “Mercado del carbono: una oportunidad para Uruguay”, la proyección futura de este mercado iba a depender básicamente de las metas cuantitativas de reducción de emisiones que se definan, y en lo que se refiere a los precios del mercado, el documento decía que “el Banco Mundial ha estimado que en el 2020 el precio de la tonelada de carbono se situará en US$ 50, con un volumen de comercio mundial del orden de 3.000 millones de toneladas anuales”.
Si bien la empresa no confirmó el monto de la transacción, según estas cifras, la concreción hecha podría estimarse en más de US$ 10 millones, un negocio más que interesante ya que, cada vez más, los bonos de carbono se están revalorizando en el mundo y su precio sin duda seguirá mejorando con el correr de los años.
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