“Cuando arrancamos nos dijeron que esto nos iba a cambiar totalmente e íbamos a tener una nueva vida. La verdad es que no estaba 100% convencido, sí pensaba que me iba a ayudar y que iba a estar bueno, pero creía que tal vez estaban exagerando un poco. Pero le erré en un 100%, me siento con más confianza en mí mismo, me cambió el día a día y no solo en encarar a una mujer”. Este es uno de los tantos testimonios que se puede leer en la página web de LevantArt, la academia de seducción para hombres que se originó en argentina en 2007 de la mano de Martín, su hermano Andrés Rieznik y Mike Tabaschek. Ya han formado más de 3.000 hombres con sus cursos y son unos convencidos de que enseñan algo que sirve.
Martín nos contó que un psicólogo austríaco tomó 17 voluntarios, les dio clases de seducción y midió sus habilidades antes y después. Obtuvo resultados en base a dos parámetros: por un lado, todos lograron duplicar su capacidad de conseguir en la calle telefonos de mujeres, y por otra parte, en promedio cuadruplicaron la cantidad de citas en el último mes. “Para nosotros esa información está buenísima, porque demuestra que esto le hace bien a cualquiera y si la mayoría de los hombres supieran que es efectivo como lo demostró este tipo, lo harían. La mayor traba para que un hombre no lo haga es que piense que es una chantada”, explicó.
Precisamente, de acuerdo a Martín, la clave para que sean la única academia de seducción que está instalada en distintos países es la confianza que los clientes han desarrollado con lo que vende LevantArt. “Somos estudiosos de la seducción antes que todo y después pasamos a enseñarla, apuntamos a tener un background científico en todo lo que transmitimos. No nos consideramos un grupo de ganadores que comparten sus secretos”, señaló. Así, el hecho de haber tenido un libro que se vendiera bien, los ayudó a consolidar una imagen seria para que luego los hombres, frente a la propuesta de “te voy a enseñar a levantar a una mina” no dijeran “¿y vos quién sos?”.
Esta confianza ha llegado también a Uruguay, en donde imparten en Montevideo cursos de dos meses con un máximo de 25 cupos —cuestan $ 4.000 por mes más $ 1.000 de inscripción—. “Siempre están llenos y la demanda sigue creciendo”, apuntó Martín. Desde que LevantArt abrió en 2012, han pasado unos 700 uruguayos: “pienso que el que no viene va a quedar desactualizado, porque hay 700 guerreros con fundamentos por ahí dando vueltas. Así que a los que lean esta entrevista, si les está yendo mal, es porque la competencia está cada vez más difícil”, advirtió el director.
Consultado sobre el principal problema del hombre uruguayo, Martín dio su punto de vista con una analogía con los autos: “el argentino tiene que apretar el freno y el uruguayo el acelerador. En Argentina una mina camina por la calle y le tiran 10.000 piropos, se va al boliche y se la encaran diez tipos, entonces por eso tienen un escudo de protección más alto, según mi criterio. En Uruguay, como el hombre no es tan avasallante, la cosa es un poco más amena”. De cualquier manera, el experto dijo que esto último no implica una ventaja, porque existe el peligro, que es por lo que más consultan los hombres, de caer en la zona de amigos. “Eso es como el infierno para el hombre. Tiene que ver con no tomar una decisión o no tener una estrategia para avanzar, por eso enseñamos esas cosas”, finalizó.
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