Uno de los objetivos de la Ley de Inclusión Financiera –promulgada en 2014- es sacar el dinero de la calle y que los uruguayos se acostumbren al pago electrónico para combatir, entre otros propósitos, los robos en aquellas empresas donde el trabajador tiene contacto directo con el cobro en efectivo.
Pero, justamente, el desafío al que se está enfrentando el gobierno es lograr en la gente un cambio de costumbre y modalidad. Aún son varios los comercios –sobre todo en el interior del país- que no manejan dinero electrónico. En respuesta a esto, Martín Fablet y cía. distribuye buzones de depósito remoto de efectivo.
Estas máquinas, de aspecto similar a un cajero automático de banco, reciben el dinero del pago efectuado por un cliente de un comercio, la moneda queda dentro de una bolsa hermética y el monto abonado se suma diariamente a la cuenta bancaria del prestador de servicios.
Para depositar el dinero el/los usuario/s (que sería/n el empresario y/o los empleados) introducen en el display táctil un código o una tarjeta personal para que los identifique: “Esto permite sacar informes de todos los movimientos del equipo y transmitirlos vía internet”, explicó a InfoNegocios Nicolás Maraffi, encargado de la división de ingeniería de Martín Fablet y cía.
El mecanismo habitual es que la empresa transportadora de caudales –que se encarga del retiro del dinero cuando se contabilizan el ingreso de 12.000 billetes- sabe en tiempo real cuánto hay en la caja, cuál es la ganancia diaria y así hacen el depósito a la cuenta del cliente.
El buzón, además de guardar y contar el dinero, identifica si el billete es falso o no. “Esta máquina logra leer una parte magnética que contienen los billetes que hasta el momento no han logrado replicar, la máquina te lo devuelve cuando detecta que es falso”, aseguró Maraffi.
Todos los valores objeto de este servicio tienen un seguro de robo a cargo de la empresa transportadora de caudales, “ni bien pongo plata y pasa por el equipo que la valida ya no tengo más potestad sobre el dinero”, detalló.
Adquirir esta tecnología tiene un costo de $40.000 pesos durante 36 meses y, luego que se vence ese plazo, el equipo pasa a ser del empresario.
“El beneficio que tiene es, sobre todo, el tema de seguridad, porque ese comercio no le interesaría al que viene a robar porque no puedo abrir el buzón y, además, cumple la función administrativa ya que deja ingresar varios usuarios a la vez, depositando simultáneamente y me administra el ingreso de cada uno de ellos, estableciendo cuánto puso y a qué hora”, resaltó el encargado.
Nicolás Maraffi aseguró que es muy conveniente – entre otros rubros- para empresas como las estaciones de servicio, ya que cada pistero podría tener su código de ingreso particular que contabilice la ganancia que hizo por jornada y les evita el manejo de dinero. Además, agregó que el uso es “totalmente intuitivo”.
También señaló que aún están en “etapa de la introducción” pero confían en que el producto ingrese al mercado.
Tu opinión enriquece este artículo: