Sigo utilizando mi Packard Bell de 15” porque me resultó una máquina realmente confiable, de más que aceptable rendimiento y de una gran robustez (se aguantó mi trato no muy cortés en estos 3 años y como si fuera poco el de mis hijos). Tiene un microprocesador dual core de Intel, 3 Gb de memoria RAM, un disco de buena capacidad y todas las demás características típicas de las buenas notebooks actuales. El desempeño de su hardware siempre me tuvo conforme y salvo alguna falla esporádica de su lecto-grabadora de DVD (Sony) no había presentado otros desperfectos (ni siquiera en el ventiladorcito “cooler” del microprocesador, algo bastante frecuente).
Pero desde hace un tiempo comenzó a costar encenderla, debía presionar varias veces la tecla ON/OFF hasta obtener resultados y luego este mismo inconveniente comenzó a registrarse en el botón izquierdo del mouse pad (obvio, que me resulta imprescindible).
Hasta que el sábado por la mañana uno de mis hijos me dio la tan temida noticia: “papá, tu notebook no enciende”. Luego de corroborar (como bien haría cualquier adulto responsable) que lo que el pequeño demonio decía era estricta y lamentablemente cierto, me resigné a que mi fin de semana no sería el que había imaginado.
Comencé a quitar uno por uno las decenas de tornillos que sostienen la carcasa inferior, para poder liberarla y quitarla previo desconectar la alimentación de la placa madre. Luego de desconectarlo también quedó liberado el monitor (que se lleva la antena del WiFi) y retiré el teclado desconectándolo de la placa madre y lo mismo hice con el mouse pad y los pequeños parlantes. Luego de quitar la lecto grabadora de DVD, el disco rígido y 5 pequeños tornillos más, finalmente la placa madre quedó totalmente separada del resto de los componentes que invadían toda la mesa (que ya a esta altura resultaba chica -la foto de una notebook desarmada que ilustra esta nota es orientativa-). Así también quedaron a la vista los 2 famosos interruptores cuya falla ha motivado este relato.
Comprobé (multímetro mediante) que ambos componentes tenían la misma falla y me dispuse a desoldarlos de la placa. Para que tengas referencia estoy hablando de dos pequeños dispositivos de no más de 5 mm de lado que ofrecían la posibilidad de desarmarlos. A esta altura ya ayudado por una lupa los desarmé a ambos y comprobé que la pequeña chapita circular (de unos 4 mm de diámetro) que al presionar el botoncito hace el contacto eléctrico, estaba algo sucia y que luego de pasarle un isopo con limpiacontactos, había recuperado un perfecto funcionamiento. Ahora imagina todo el camino inverso para llegar a que hoy esté escribiendo esta columna en la misma notebook.
La moraleja de este relato debería servir a todas las empresas que han decidido fabricar (o ensamblar) notebook y netbooks (y hasta tablets) en nuestra región. No solo importa que tan potente sea el microprocesador, que tan buena sea la resolución y el contraste del monitor, que tan rápida sea la memoria RAM y que capacidad tenga en el disco duro. Los detalles son los que hacen la verdadera diferencia. Utilizar un interruptor no encapsulado (herméticamente cerrado), un material deficiente en las bisagras, o la mala calidad de los electroimanes del cooler (ventilador del micro) (por citar algunos ejemplos) pueden convertir a una excelente máquina (en todos sus otros aspectos) en una fuente inagotable de malas experiencias de usuario.
Pequeños componentes que arruinan una excelente notebook
(Por Eduardo M. Aguirre - @EduAguirre) Gran parte de mi fin de semana transcurrió delante de una mesa desarmando íntegramente una notebook Packard Bell, que es una de las PC que manejo diariamente, cuya antigüedad es de unos 3 años y salvo alguna pequeña falla de la lecto-grabadora de DVD, no había causado mayores inconvenientes, hasta que dos estratégicos interruptores dejaron de funcionar: el de encendido y el botón izquierdo del mouse.
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