La obsolescencia programada como decisor de compra

(Por PIMOD) Desde hace ya un tiempo está entre nosotros el concepto de obsolescencia programada, algo que comenzó siendo una teoría y se ganó el repudio de la mayoría de los fabricantes de productos a nivel mundial, pero que luego de sortear algunos obstáculos legales, se instauró como una realidad, pasando de ser teoría de unos pocos, a información general de todos... (seguí, hacé clic en el título)

Obsolescencia programada no refiere a otra cosa más que a lo que literalmente expresa; programar o determinar de antemano la duración de un producto, su vida útil. Pero cabe preguntarse ¿Por qué un fabricante pondría una fecha para que su producto deje de funcionar? Si alguno de nosotros fabricara cualquier tipo de producto, ¿no nos gustaría que durara para siempre o, al menos, que durara mucho más que lo que dura el de nuestra competencia? La realidad es que hace mucho tiempo, casi 100 años atrás, ese era el interés de todo fabricante. No obstante, apareció una preocupación no menor que sigue tan vigente hoy como en sus inicios: La sustentabilidad de la economía. Es por eso que desde 1924 data el primer tratado que podría perfectamente posicionarse como precursor de esta tendencia de fabricación. Lo que se pactó en ese momento, fue  que de allí en adelante se deberían producir lámparas de luz con un máximo de mil horas de vida útil, (por aquel entonces duraban dos mil quinientas horas) y se aplicarían multas a aquellos fabricantes que sobrepasaran el límite establecido. Lógicamente, la motivación de este tratado y de la obsolescencia programada toda, es mantener controlado el volumen de ventas y con ello, la estabilidad de la economía. Luego del ejemplo anterior de las lamparitas de luz, siguieron más y más productos, como los autos, los electrodomésticos, etc.
Hace relativamente pocos años escuchábamos decir con propiedad que una heladera General Electric duraba para toda la vida (como olvidar aquellas heladeras grandísimas y con un picaporte muy particular), pero en la actualidad, ya estamos completamente convencidos y acostumbrados a que los productos sólo durarán un tiempo y luego hay que pensar en el recambio, sobre todo, si hablamos del segmento tecnología. ¿Cuánto dura un celular? ¿Un año? ¿Dos? ¿Seis meses? No lo sabemos a ciencia cierta, pero sí sabemos que cada año las principales marcas de tecnología sacan nuevas versiones de sus productos ya existentes apostando mucho dinero en la inversión, por lo que claramente están interesados en que compremos esas nuevas versiones y nos ayudan a hacerlo programando el deterioro de cada pieza fabricada.
Ahora bien, ¿Dónde entra el título en todo esto? Es decir, ¿Es realmente la obsolescencia programada de los artículos que compramos un factor a la hora de decidir por cuál opción inclinarnos? La realidad es que sí. Más allá de la publicidad, la estética y las funcionalidades de cada producto (pertenezca al segmento que pertenezca) al menos intuitivamente y basándonos en opiniones de gente cercana, todos solemos buscar aquello que nos dure más y nos obligue al recambio más tardío posible.
Actualmente, a nivel local estamos en un momento donde mucho se habla de crisis; si hay crisis o no, si se acerca o se aleja y todo tipo de opiniones que si bien no son simples de confirmar, repercuten en la población y sus hábitos de consumo. Por ende, cada vez más incluimos e incluiremos como requisito a la hora de adquirir un nuevo producto la pregunta del millón: ¿Esto cuánto me va a durar?
La obsolescencia programada viene desde el vamos, desde la fabricación de un producto, de hecho, como vimos, hay amparos legales para que los fabricantes hagan esto, por lo que sería muy difícil que este paradigma cambie. De todas maneras, hay alternativas que en situaciones económicas donde se maneja mucha prudencia pueden colaborar a la hora de que un potencial comprador se incline por nuestro producto frente al de la competencia, como ser la garantía, el respaldo o el servicio técnico ofrecido.
Como consumidores, debemos acostumbrarnos a esto y aprender a sobrellevarlo, como empresas o distribuidores, se debe ser original al buscar estrategias que animen a nuestro público a elegirnos adelantándonos a lo que de manera programada – e inevitable- va a pasar.



Ramiro Penela
Project Manager en PIMOD
Twitter: @ramiro_josep

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