La clave está en descubrir primero qué esperamos de esos ambientes, y entonces elegir ese truco que nos dé la respuesta. Actualmente, entre los más usados están:
Ombré: no es más que un degradé, pero combinado con tonos calmos puede ser perfecto para ir sumergiéndose lentamente en un ambiente de calma y relajación. Así como este efecto transiciona de un color oscuro a uno claro, nos permite ir dejando gradualmente atrás el día de trabajo para ir adentrándonos en una atmósfera de confort.
Geometría: franjas, círculos, líneas diagonales. La presencia de elementos geométricos puede ser buena para darle a la vista estímulos para recuperar la concentración. Además, estos elementos pueden ser utilizados para indicar el movimiento dentro de la vivienda, indicando el recorrido y logrando así que los ambientes dialoguen entre sí.
Enmarcado: puertas, ventanas, zonas de estantes, espacios para cuadros o incluso para la tele, todos ellos pueden ser destacados con trucos combinando dos tonos de pintura, marcando así un foco, ya sea para concentrar la mirada o para resaltar un rincón decorativo dentro del hogar.