Kate Northrop, 2 poemas 2
(...) ya no debería ser capaz de recordarte, a vos que tan a menudo estuviste
conmigo. Adentro de la casa, en otros países. Cuando dormía, conocía el peso de tu pierna
sobre la mía. Siempre había querido
estar ahí: bien sujetada. Y esto es lo que sucede: yo misma me he convertido en una fragancia que
se mueve por el bosque, un cambio
—aunque sea leve— en el aire cálido y húmedo.
El blog de Emma Gunst.
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