La propuesta creada por Facundo Dellacasa concretó este avance junto a los socios locales, Laura Ventura y Daniel Juárez, quienes aportaron capital y acompañarán el desarrollo del proyecto. La firma buscaba expandirse fuera del Prado, aunque con una condición “innegociable” para su fundador: debía tratarse de una esquina luminosa, con buena orientación solar, calles amplias y la posibilidad de sostener el espíritu de “vida en la vereda” que distinguía a Jesusa.
Ese requisito, que parecía difícil de cumplir, apareció en Pocitos. “Es casi una copia del Prado; incluso la casa de enfrente es igual. Parece que todo se alineó con lo que buscábamos”, señaló Dellacasa.
El nuevo espacio cuenta con 60 m², un tamaño levemente superior al del tradicional local del Prado, de 38 m². Sin embargo, ambos conservan un elemento central: la dinámica ocurre hacia afuera. Las mesas y sillas se despliegan en la vereda, donde la marca atiende a unas 200 personas por día. Dellacasa sostuvo que esa experiencia es parte esencial del concepto y explica gran parte de su atractivo. Afirmó que Jesusa no solo ofrece comida, sino “un rato al sol, un momento con amigos o en familia”, una energía que, aseguró, define su identidad.
La marca tomó forma cuando Facundo encontró una esquina deteriorada del Prado, con buena luz natural y rodeada de palmeras. Lo que iba a ser una pizzería cambió de rumbo cuando los vecinos empezaron a contarle quién había sido Jesusa, la mujer que construyó el local y atendió durante años un almacén donde todo se vendía a granel. Ese vínculo emocional lo llevó a mantener el nombre y a desarrollar una propuesta de “cocina de abuela” como homenaje en vida a Jesusa, que hoy tiene 94 años y sigue viendo su nombre en la esquina que levantó.
En materia gastronómica, el local mantiene sus platos insignia. La tortilla rellena de queso dambo y mortadela con pistacho, las tres variedades de croquetas, la nueva milanesa rellena y la tradicional pasta artesanal de los domingos buscan replicar esa sensación de llegar a la casa de la abuela y encontrar siempre algo rico esperándote.
La obra en Pocitos demandó una inversión de unos US$ 180.000 destinada a la renovación total del espacio, baños, infraestructura y equipamiento. El objetivo fue dejar todo completamente operativo y alineado con la exigencia de la marca por conservar cada rincón en condiciones impecables.
Jesusa Pocitos ya funciona de miércoles a domingo, de 11 a 20 horas, y no se descarta que en los próximos meses se sumen horarios nocturnos. “Esto recién empieza. Lo valioso es que pudimos crecer manteniendo la misma alma que nos hizo arrancar en el Prado”, concluyó.