Porsche fue una de las marcas que le mostró al mundo que los motores diésel no tenían nada de lentos y que se podían aplicar a productos como el Cayenne. El generoso torque de los motores turbodiésel le da a estos vehículos pesados una respuesta rápida y a la vez se combina con buena autonomía. Digamos, un Cayenne diésel parece una combinación ideal, y así fue durante dos generaciones.
Pero las épocas cambian, Porsche es parte del Grupo Volkswagen y se vio afectada por el #dieselgate. Pero, más allá de este inconveniente, toda la industria empieza a darle la espalda a los gasoleros por problemas de imagen y de control de emisiones de gases. Como si fuese poco, ya quedó claro que la industria camina a la electrificación, y no es rentable seguir desarrollando tecnologías tan complejas en varias direcciones. Si vamos a la electrificación, ¿para qué gastar dinero en desarrollo de motores diésel menos contaminantes?
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