Gerardo Zambrano es un referente en el sector ganadero uruguayo, con una trayectoria marcada por el compromiso con el agro. Nació en Montevideo en 1947 y, aunque su familia no tenía campo, siempre sintió una fuerte conexión con el sector. Tras un breve paso por la Facultad de Agronomía, encontró su vocación en la comercialización agropecuaria mientras trabajaba en Casa Alejandro Victorica, donde fue martillero y creó el departamento de Lanas.
En 1989, fundó Zambrano & Cía., apostando por un modelo de negocios con base en Montevideo y presencia en el interior. A lo largo de su carrera, fue impulsor de iniciativas como Plaza Rural, la Unión de Consignatarios y el primer remate virtual de lanares en el país. Además, tiene un fuerte compromiso social y actualmente preside la Fundación Pérez Scremini, dedicada a la cura del cáncer infantil.
A continuación, Zambrano reflexiona sobre los desafíos y el crecimiento del sector y de su empresa, su filosofía de trabajo, así como la situación actual que está sacudiendo los medios de comunicación con los problemas financieros de Conexión Ganadera, República Ganadera y Grupo Larrarte. Por último, comparte su visión sobre las expectativas del sector ante la entrada del próximo gobierno.
¿Cuál consideras que ha sido tu mayor desafío en el mundo empresarial?
Uno de los mayores desafíos fue decidir establecer la empresa en Montevideo. Muchos me decían que el negocio estaba en el interior porque ahí estaban las vacas, y eso es cierto, pero yo siempre pensé que los negocios se concretaban en la capital.
En esa época, los estancieros venían a Montevideo los fines de semana, ya que sus familias vivían aquí. Los lunes hacían trámites bancarios y los martes volvían al campo hasta el viernes.
Por eso, decidí que nuestra base principal estuviera en Montevideo y que nos moveríamos al interior cuando fuera necesario. Más adelante, con la incorporación de mi hijo mayor, expandimos nuestra presencia en el interior con agentes en distintos puntos estratégicos.
¿Cómo fue el proceso de integración de su familia en la empresa?
Entró primero mi hijo Alejandro, que es rematador y quien dirige la empresa hoy. Después ingresó Agustín, que es contador. Agustín realmente se integró bien; mientras estudiaba, comenzó a trabajar. Luego se sumó María, mi hija, también contadora, quien también trabajaba mientras estudiaba. Finalmente, se integró Rodrigo, que es arquitecto y se encargó del diseño de nuestras oficinas y del desarrollo de Zambrano Propiedades (ZAP).
¿Cuál es su filosofía de trabajo?
Siempre digo que en mi vida hay tres cosas: trabajo, trabajo y trabajo. Desde que mi padre falleció en 1956, el trabajo ha sido la base de mi vida. Esta dedicación la inculqué a mis hijos y también a nuestro equipo. Hoy somos más de 50 personas en la casa central y todos compartimos la misma vocación y espíritu de servicio.
Aunque somos una empresa familiar en sentido directo, también lo somos en el trato con nuestro equipo. Contamos con 19 sucursales en el interior y realizamos reuniones anuales en nuestros campos en Río Negro, donde combinamos trabajo y camaradería. Esto refuerza el sentido de pertenencia y compromiso con la empresa.
¿Cuáles son tus planes a mediano plazo para Zambrano & Cía?
Siempre digo que lo único permanente es el cambio. Para nosotros, la clave no es solo el servicio, sino también la creatividad y la innovación constante. Un ejemplo de esto fue la creación de los remates virtuales de Plaza Rural en 2001. No inventé el concepto, pero fui parte del grupo que lo implementó en Uruguay. Este sistema tuvo dos momentos clave: en 2001, con la aftosa, cuando la movilidad del ganado se redujo y las ventas virtuales tomaron fuerza; y en 2020, con la pandemia, cuando las restricciones impulsaron aún más este modelo.
Hoy realizamos numerosos remates de reproductores y cabañas. Desde fines de septiembre hasta noviembre, tenemos un promedio de un remate por día, incluso los fines de semana. Todo nuestro trabajo está orientado a ofrecer el mejor servicio posible, qué es lo que nos motiva y define.
¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta hoy el sector ganadero?
Los desafíos del sector ganadero los enfrenta el país en general. Uruguay es caro para producir y vivir, no solo por el tipo de cambio, que puede afectar o no a las exportaciones, sino por un problema más amplio.
Un factor determinante es el tamaño del Estado, que creció mucho más de lo que el país necesita, con una superposición de instituciones que generan burocracia. Entonces, es un Estado grande, caro, pesado e ineficiente, lo que impacta directamente en la falta de competitividad, pese a la creación de empleos, el aumento de salarios y una inflación controlada. A nivel internacional, los altos aranceles nos dejan en desventaja frente a competidores como Australia y Nueva Zelanda, que lograron mejores acuerdos comerciales.
El nuevo gobierno deberá abordar estos problemas. Sin embargo, si toma medidas que no mejoran la eficiencia ni la competitividad, como reducir las horas de trabajo sin bajar los salarios y sin realizar cambios estructurales ni cerrar acuerdos comerciales favorables, Uruguay seguirá siendo un país caro. Por eso, en ese sentido, no soy optimista: el país seguirá siendo costoso por mucho tiempo. Creo que es fundamental encontrar herramientas para mitigar el alto costo de vida que enfrentamos y seguiremos enfrentando.
¿Cómo ha cambiado el sector ganadero en los últimos años?
El sector mejoró en calidad, pero su crecimiento en volumen sigue limitado. Uruguay destaca por su genética en bovinos de carne y ovinos de lana, permitiendo exportar con altos estándares.
En cuanto a cantidad, Uruguay sigue siendo el país más grande del mundo en relación a su población, con 12 millones de vacas y 3 millones de habitantes. Sin embargo, el stock de ganado se ha mantenido estable en 11-12 millones desde hace décadas, lo que indica que aún hay margen de crecimiento. En ese aspecto, Uruguay tiene los elementos para crecer: sistemas de producción e industriales eficientes y mercados de exportación de ganado en pie, esenciales para sostener el desarrollo. Si se logra incrementar la natalidad de terneros de 3 a 3.5 millones de terneros, el crecimiento de la ganadería, la producción y la exportación de carne podría ser significativo. Sin embargo, es fundamental contar con una “válvula de escape”, ya que actualmente se faenan unos 2.2 millones de bovinos al año, dejando un excedente que necesita salida. Mientras que, la lana ha sufrido una caída drástica en ovinos, de 20 a 5 millones, pero la ganadería sigue siendo el principal motor de crecimiento, tanto en carne como en exportaciones.
Existe un debate constante entre la necesidad de aumentar la producción de alimentos y el compromiso con la sustentabilidad. ¿Cómo creés que evolucionará esta discusión en los próximos años? ¿En qué camino se encuentra Uruguay en esta materia?
Es una discusión global y compleja. No es fácil aumentar la producción sin afectar el medioambiente, y hay distintos criterios sobre qué prácticas impactan negativamente. La discusión continuará a largo plazo, pero no debería frenar el crecimiento, sino incentivar la producción sustentable con un valor adicional.
Uruguay está avanzado en este tema. Es un país pequeño con alta eficiencia y calidad en su producción, mayormente destinada a la exportación. Se han implementado certificaciones en la industria frigorífica y la producción de lana para cumplir con exigencias del mercado internacional, aunque las diferencias de precio aún no son significativas. A pesar de su buena posición, como mencioné anteriormente, el país enfrenta desafíos como altos costos de producción y exportación, la falta de acuerdos comerciales y aranceles elevados. Competimos con países con mejores condiciones arancelarias, y el tipo de cambio afecta la competitividad.
Dado que ambas empresas operan en el mismo sector, ¿cuál es su opinión sobre la situación actual de Conexión Ganadera, República Ganadera y Grupo Larrarte? ¿Y cómo creés que esto afectará al sector?
La situación está clara para mí. Ni el sector agropecuario, ni el sistema, ni las vacas fallaron. Falló la gente. Quienes manejaron estas empresas desvirtuaron un mecanismo tradicional como las capitalizaciones de ganado, desviando inversiones a otros fines.
Esto afectó a más de 7.000 inversores, pero el mercado ganadero en sí no sufrirá consecuencias. El mercado regula todo: si hoy se liquidarán todos los ganados de estas empresas, el sistema los absorbería sin problema. El sector vive un buen momento, lo que facilita la venta de activos y permitirá recuperar parte de los capitales. En cuanto a los arrendamientos de campo, la oferta se ajustará con nuevos ocupantes. En resumen, no habrá impacto en la ganadería, pero sí grandes pérdidas para los inversores. Como siempre, el mercado se encargará de estabilizar la situación.
¿Qué expectativas tiene el sector agropecuario con el próximo gobierno?
Esperamos que el nuevo gobierno atienda nuestras necesidades, dado el peso del agro en la economía. Confiamos en el futuro ministro de Ganadería, ya que conoce el sector y sus desafíos. En Economía, si bien no tenemos un vínculo cercano con el próximo ministro, compartimos su visión, aunque su implementación dependerá de acuerdos internos. Nuestra relación con el presidente electo es de respeto y confianza, pero vemos desafíos en el Ministerio de Trabajo y algunos entes estatales. En general, somos optimistas y esperamos seguir creciendo.
¿Qué consejo le darías a los jóvenes que van a ingresar al mundo empresarial y, en especial, al sector agropecuario y ganadero?
En mi época, priorizaba el trabajo sobre el estudio como herramienta de desarrollo. Hoy, sin embargo, la preparación y la profesionalización son fundamentales. Aun así, sigo creyendo que el trabajo es la clave para salir adelante y resolver problemas. La experiencia práctica y el aprendizaje en el día a día son esenciales.Cuando mi hijo Agustín comenzó a trabajar, escribí lo que considero necesario para triunfar: tener "hambre" en el sentido de necesidad y motivación, hacer lo que te apasiona para que el esfuerzo no sea un sacrificio, y valores como puntualidad, responsabilidad y compromiso. Además, si es posible, desarrollar el liderazgo, que se construye con el tiempo. Mi consejo final: estudiar y prepararse, sí, pero sobre todo trabajar, aprender de los errores y no repetirlos. El trabajo no hace milagros, pero es la mejor herramienta para salir adelante.