De la tierra al plato, y de San Jacinto al mundo. Así se resume el camino de ARBER, la empresa hortícola fundada por la ingeniera química Ángela Bernardo y su esposo Patrick Arbelo. El nombre conjuga los apellidos de ambos, pero también homenajea a los pioneros de la familia Arbelo Bermúdez, quienes introdujeron la semilla de cebolla en Canelones hace más de medio siglo, marcando el inicio de una tradición productiva que hoy se reinventa con innovación y valor agregado.
La primera etapa de este proceso fue el registro de una variedad propia de cebolla en INASE, símbolo de identidad y legado familiar. Luego vino la producción en fresco de hortalizas como ajo, calabaza, zanahoria y morrón. El gran salto llegó con la apuesta a la agroindustria y la economía circular: la valorización de compuestos bioactivos de la cebolla —como quercetina e inulina— abrió la puerta a nuevos productos con propiedades antioxidantes y prebióticas, mientras que un secadero solar multipropósito permitió transformar la cáscara que antes se desechaba en harinas y polvos de alto valor nutricional.
En 2024, ARBER se trasladó a una planta industrial de 1.000 metros cuadrados en San Jacinto, multiplicando su capacidad de producción. Allí operan cuatro líneas: fresco (hortalizas lavadas, cortadas y envasadas listas para usar), concentrados (purés y pulpas), deshidratados (chips y crispies) y molienda (harinas y polvos vegetales). “Pasamos de procesar 2.500 kilos mensuales en un espacio de apenas 30 m² a tener una planta sin techo en su capacidad de crecimiento”, explica Bernardo.
El modelo de negocio se orienta al B2B, abasteciendo a industrias alimenticias, empresas de catering, chacinerías, hospitales y sanatorios. Sus productos ya se integran en la elaboración de morcillas, sopas, panificados, hamburguesas vegetales y cárnicas. La empresa busca además sustituir importaciones, como los crispies de cebolla que utilizan cadenas internacionales de comida rápida.
Con apenas cinco colaboradores directos, pero una amplia red de productores y profesionales asociados, ARBER genera impacto social en la comunidad de San Jacinto y potencia el desarrollo local. La impronta femenina de su fundadora es también un rasgo distintivo en un sector históricamente masculino.
En 2025, ARBER obtuvo la licencia de la Marca País Uruguay, un sello que refuerza su posicionamiento en el mercado nacional e internacional. Con respaldo institucional y reconocimientos como el premio de Santander en Elevator Day y el sello “Canelones Te Alimenta”, la empresa se proyecta como un emblema de innovación, sostenibilidad y calidad uruguaya.
“Para nosotros esto es negocio, pero también propósito: revalorizar la producción nacional, cuidar el medioambiente y demostrar que desde Uruguay se pueden hacer alimentos innovadores con identidad propia”, resume Ángela Bernardo.