El conflicto desencadenado en febrero de 2022 entre Rusia y Ucrania contribuyó a acelerar el alza de los precios de la energía en los mercados internacionales, que ya sufrían de cierta inestabilidad y tensión producto de la crisis sanitaria. Dado que ambos países son importantes productores y exportadores de energía y alimentos, el conflicto no hizo más que contraer la oferta de productos básicos y desviar gran parte de la demanda de importaciones de energía desde Rusia hacia otros mercados.
Las consecuencias colaterales de estos sucesos provenientes de la coyuntura internacional no solo terminan impactando en las matrices de producción de las economías globales, mediante un incremento en los costos industriales- sobre todo en alimentos, construcción, petroquímica o transporte- sino que, de manera paralela, causan un aumento casi proporcional de los precios internos que debe afrontar el consumidor.
En este escenario, un informe de KPMG analiza que, a raíz de la aceleración de los precios internacionales, es probable que los precios internos continúen su senda de crecimiento en los próximos meses, pudiendo alcanzar niveles medios récord en todo Latinoamérica. Asimismo, desde la consultora prevén que lo anterior agregará presión a las metas fiscales, monetarias y económicas de muchos de los países de la región, en un entorno de alta incertidumbre.
A su vez, las estimaciones privadas prevén una tasa de inflación promedio que podría superar la barrera del 12% a fines de 2022.
El impacto de la guerra en la economía uruguaya no fue distinto a lo que señala el informe. “La inflación se aceleró en 2022 en parte por efecto del encarecimiento de los bienes transables, y que se haya mantenido relativamente estable entre el 9% y el 9,5% se explica fundamentalmente por la disminución del tipo de cambio que compensó el aumento de precios internacionales”, indicó Marcelo Sibille, Gerente de Consultoría Económica de KPMG Uruguay.
“A nivel del bienestar de las familias, la mayor inflación se tradujo en un deterioro del salario real que empañó la expectativa de recuperación que a comienzos de año había anunciado el gobierno para 2022. A nivel macroeconómico tampoco se puede hablar de un shock netamente positivo pues, si bien el aumento de los precios de exportación favoreció a las empresas de algunos sectores agroindustriales, los precios de importación crecieron a mayor velocidad. Con lo cual la relación de términos de intercambio sufrió un deterioro en lo que va del año, al igual que el excedente bruto unitario de la industria exportadora”, agregó.
En este contexto es que el desarrollo de una matriz energética sostenible se vuelve fundamental para minimizar los efectos que la coyuntura internacional y la volatilidad de los precios de las materias primas producen las economías latinoamericanas y no perder competitividad. “Hoy más que nunca se necesita de un sector energético desarrollado, sustentable y enfocado en las fuentes limpias, aspectos donde la región tiene una clara Ventaja comparativa y competitiva”, analizan los expertos de KPMG en el informe.