En un rincón de Uruguay, donde la industria naval no suele ocupar grandes titulares, Hugo Orbiz ha construido un imperio poco convencional. Su empresa, Nuevaera Marine, nació en el mundo de los tanques de agua y evolucionó hasta convertirse en el único astillero de América que fabrica embarcaciones militares en polietileno con certificaciones internacionales. Un salto audaz que, según su fundador, es solo el comienzo.
Según contó a InfoNegocios, la historia de Orbiz está marcada por reinvenciones y desafíos. Comenzó en Argentina en los años ‘90 con una empresa dedicada al rotomoldeo, una técnica de fabricación en plástico. Pero la crisis económica de fines de esa década lo obligó a replantearse su camino. Fue entonces cuando decidió instalarse en Uruguay y fundar Nuevaera, una compañía que, en sus inicios, se enfocó en la producción de tanques de agua con certificación de la FDA, reemplazando a los obsoletos modelos de fibrocemento.
“El fibrocemento era un problema serio para la salud, pero nadie hablaba de eso. Tuvimos que luchar mucho para que se prohibiera, pero lo logramos”, recuerda. La empresa creció rápidamente y se convirtió en líder en la fabricación de tanques de gran capacidad, llegando a exportar incluso a Estados Unidos y Bolivia. Pero Orbiz no se conformó con ese éxito. Hace seis años decidió agregar una línea de negocio inesperada: construir embarcaciones de uso profesional y militar.
“No queríamos hacer lanchas de fibra de vidrio como todos. Queríamos algo extremo, algo que realmente marcara la diferencia”, explica. Con ese objetivo, desarrollaron un sistema propio para fabricar lanchas monobloque de polietileno, un material que ofrece mayor resistencia y durabilidad que los tradicionales. La apuesta fue arriesgada, pero dio frutos: hoy Nuevaera suministra embarcaciones a la Armada uruguaya, hidrografía, operadores portuarios y fuerzas militares de Chile y Brasil. También han exportado a Paraguay y Estados Unidos.
A diferencia de los astilleros tradicionales, Nueva Era no compra tecnología; la desarrolla. “Diseñamos nuestras propias máquinas, nuestros propios moldes. Es un know-how que nadie más tiene”, enfatiza Orbiz. Este factor ha sido clave para que el astillero logre certificaciones de organismos internacionales como Lloyd’s Register, algo poco común en la región.
La empresa cuenta con dos plantas de producción: una en Progreso y otra en la zona de curva de Maroñas. La primera, con una nave industrial más amplia, se utiliza para fabricar las estructuras más grandes, mientras que la segunda funciona como centro de desarrollo e innovación. En total, trabajan menos de 50 personas, lo que permite mantener un equipo ágil y especializado.
Además de su presencia en la industria naval, Nuevaera tiene una fuerte participación en el sistema de saneamiento de Uruguay. “Todo el saneamiento de Ciudad de la Costa es nuestro”, afirma Orbiz. La empresa provee sifones, nichos de medidores y otros componentes esenciales para el sistema de saneamiento, consolidándose como un actor clave en la infraestructura del país.
De cara al futuro, la ambición de Orbiz no se detiene en el mercado local. Su próximo objetivo es consolidar su presencia en América Latina y dar el salto a México y Estados Unidos. “Queremos conquistar América”, dice sin titubear, y asegura que ya están cerca de entrar en Argentina con sus productos.
En un país donde la construcción de embarcaciones no es un sector tradicionalmente fuerte, Nuevaera Marine intenta demostrar que la industria naval uruguaya puede desafiar a los grandes nombres del mundo. Y, según el empresario, esto es solo el comienzo.
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