La presión siempre está en juego, de la manera que llegue, ya sea la fecha límite de un proyecto, un objetivo estratégico, un acuerdo riesgoso con un cliente o un competidor agresivo, la presión puede incentivar a los líderes a alcanzar nuevas metas y altos niveles de performance.
Entonces, ¿qué podemos hacer para gestionar los momentos de máxima presión?
Lo primero cuando se llega a momentos de máxima presión, lo importante es preguntarse: “qué puedo perder” y “qué puedo ganar”. Además, preguntarse qué no está en juego: qué cosas o situaciones estarán ahí independientemente de las circunstancias. Por ejemplo, nuestra familia estará esperándonos en casa después de una reunión, independientemente de si fue exitosa o no. Esta pregunta ayudará a deconstruir la importancia excesiva que le sumamos a las situaciones de máxima presión.
Tan importante como lo anterior, sería recomendable que miremos a la presión como una amiga que nos muestra el motor o dónde poner el foco, ya que es lo que incentiva a que una persona trabaje en ser su mejor versión. Se trata de abrazar la presión y aceptarla. Y una buena manera de aceptarla, es anticipar la ansiedad que la acompaña y prepararse para gestionarla.
Por:
María José Barreiro, gerente de Consultoría en Gestión Humana de PwC.
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Virginia Rey, senior de Gestión Humana de PwC.
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