Adecco Uruguay, una de las empresas que se encarga de brindar soluciones de recursos humanos, organizó una jornada de análisis y reflexión sobre el futuro del trabajo en el país, cómo impactan en los puestos de trabajo las nuevas tecnologías, la creciente automatización de tareas y la robotización.
Nelson Montoya, CEO de Adecco Uruguay, señaló que estas preguntas “están ya en la agenda de todas las organizaciones privadas y públicas”. “Primero por la disrupción tecnológica que estamos viviendo y segundo por la nueva generación que está entrando al mundo del trabajo”, resumió.
Sobre esta base de los cambios tecnológicos abruptos y cada vez más rápidos, de la mano de la creciente automatización de tareas y hasta la robotización en algunas áreas, el profesor de la Universidad de Montevideo (UM), Pablo Regent, advirtió que “el 54% de los puestos de trabajo en Uruguay tiene un alto riesgo de desaparecer en los próximos años”. “Es decir que de 1,3 millones de puestos de trabajo que hay en Uruguay aproximadamente, 690.000 tienen un alto riesgo de haber desaparecido para el año 2030”, señaló el experto citando un estudio de la UM del 2016.
Del estudio surge además que el 62% de los puestos de trabajo que corren riesgo de desaparecer están ocupados por hombres. Son ellos quienes realizan con más frecuencia que las mujeres los trabajos manuales y de fuerza, que son a su vez los que corren más riesgo de desaparecer por la automatización creciente en esos rubros, por ejemplo en el agro. Casi 4 de cada 5 puestos de trabajo en este sector de la economía está en riesgo, pero el impacto sobre el total de empleos es menor porque solo el 9% de los trabajadores uruguayos cumple tareas en el agro.
El sector comercio y servicios es también el más comprometido, con 7 de cada 10 empleos en riesgo y con mayor impacto en la masa total de trabajadores, ya que la mayoría de los uruguayos con empleo está en estos dos sectores de la economía.
El CEO de Adecco Latinoamérica, David Herranz, advirtió sobre el problema de la educación que reciben actualmente los jóvenes. “Yo no sé cómo van a ser las profesiones del futuro, lo que sí sé es que nuestros hijos se están preparando hoy para profesiones que probablemente no van a existir. Esto va a ser así”, aseguró. “Dicho de otra manera, probablemente van a trabajar en profesiones que hoy no existen. Lo que sí sabemos es que van a ser mucho más valoradas las habilidades blandas que las competencias genéricas”, agregó Herranz.
En ese sentido presentó lo que se conoce como Modelo T: “básicamente añadir talante al talento”, explicó. “Se trata de un amplio conocimiento en habilidades blandas, a la vez que un profundo conocimiento técnico. Y eso es lo que más nos están demandando las empresas. Nos piden mucha gente con creatividad, capacidad de aprendizaje y de relacionarse, de gestionar personas y equipos. Pero además los quieren muy especializados en tal o cual competencia concreta. Esto es talento y talente”, resumió.
Regent puso dos ejemplos extremos de empleos en riesgo. Por un lado, una mujer profesional con un postgrado, trabajando en el sector servicios y en Montevideo; una médica por ejemplo, tiene muy bajo riesgo de que desaparezca su empleo: 17%.
En el otro extremo, un hombre que solo cursó o terminó Primaria y trabaja en el sector agropecuario, en el interior; un peón de campo por ejemplo, tiene 80% de riesgo de que desaparezca su empleo.
Pablo Regent enumeró entonces una serie de “deberes” a seguir para adaptarse al cambio. Primero, actualizar la legislación laboral y modernizar el sistema tributario para incluir a las nuevas formas de trabajo y de organización empresarial. Segundo, que las empresas realicen un inventario de los trabajos rutinarios con riesgo de desaparecer y que los sindicatos se preocupen por sus puestos de trabajo a futuro, que piensen a largo plazo. Y sobre la educación, que se desarrollen las habilidades blandas, como la creatividad, el vínculo interpersonal y sobre todo, el manejo de las frustraciones. Para ello, finalizó, las familias tienen mucho por hacer con sus hijos.
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