¿Alguna vez te preguntaste, a la hora de festejar un cumpleaños o realizar un evento, el origen de algunos productos y el destino que los mismos podían tener con tan pocas horas de uso? ¿Alguna vez te preguntaste qué estamos entregando como sorpresitas o souvenirs a nuestros hijos? Buscando una respuesta a estos interrogantes es que en mayo de 2019 surgió Recumple, un proyecto que le da una segunda vida útil a las decoraciones de una fiesta y que en muy poco tiempo se transformó en una empresa de triple impacto.
Tanto es así que el programa Emprender con Impacto, impulsado por Mayma y Mercado Libre, seleccionó esta iniciativa económica, social y ambiental creada por Ana Cardozo entre más de 160 propuestas provenientes de Argentina, Chile, Colombia, México, Brasil y Uruguay. “De hecho Recumple fue elegido entre 33 casos en Uruguay y en diciembre tengo que defenderlo en la final latinoamericana y ver si gano un capital semilla de US$ 20.000”, dijo Cardozo a InfoNegocios.
Ahora bien, más allá de esta instancia, lo interesante de Recumple ha sido todo su proceso de crecimiento, desde el pienso al día de hoy, que es una empresa que le ofrece una oportunidad de trabajo a mujeres en situación vulnerable pero que, en sus manos, tienen mucha creatividad, dando como resultado hoy productos lúdicos y sustentables, de triple impacto, como por ejemplo ReMemory, ReDominó, ReTateti y banderines en tela reutilizada.
“Las manualidades generan autoestima, disminuyen el estrés y dan empoderamiento a nuestro equipo de producción artesanal -dijo Cardozo-, que son mujeres que vienen de merenderos de barrios muy carenciados de Montevideo. De hecho, el 30% de la venta que hacemos de los productos va para la madre o familia y el 10% se destina al merendero”.
Actualmente Recumple está trabajando con cinco mujeres con una capacidad de producción de 2.000 artículos, pero quiere llegar hacia fines del año que viene a 10 mujeres y triplicar la producción.
¿Pero cómo Cardozo llegó a esta idea? Según la emprendedora -cuya profesión es contadora pública-, hace unos ocho años atrás encontró una actividad de fines de semana que terminó siendo su “razón y motivación emprendedora”.
“Comencé como animadora de fiestas y en menos de un año ya tenía una empresa con 15 personas a cargo. En ese momento visitaba casas de familia y locales, pero luego de cuator años así, consolidé el trabajo en dos locales de eventos”, remarcó Cardozo, quien al ir observando los hábitos de consumo en las fiestas pensó en Recumple.
“Analizando la demanda en los festejos e investigando datos de los salones de fiestas, sumando también cifras de barbacoas y de edificios con espacios para eventos, llegué a un número interesante: en promedio había 800 fiestas mensuales”, sostuvo la creadora de Recumple, agregando que según una encuesta realizada para validar la idea en 2019, supo que las familias gastaban un promedio de $ 3.000 por evento solo en decoración.
“Hablamos de $ 2.400.000 en cotillón -dijo Cardozo-, pero eso no es todo, porque lo más impactante era la respuesta que daban sobre el destino de todo este gasto de decoración para unas pocas horas de uso. El 70%, básicamente, señalaba que a corto plazo todo terminaba en la basura”.
Con esto, más la idea de disminuir la contaminación generada por los productos de cotillón de plástico de un solo uso, Cardozo arrancó con Recumple, que hoy cuenta con tres modelos de negocio bien definidos: la venta de productos triple impacto, la venta de productos usados en excelente estado -a través de un marketplace- y la realización de acciones de economía circular -como ferias second hand y talleres.
“Desde octubre Mercado Libre nos aprobó como producto sustentable en la categoría de cotillón, siendo los únicos en ella”, dijo Cardozo, agregando que de todos modos quieren “llegar a tener presencia en las grandes superficies y en tiendas sustentables, con un objetivo de venta mayorista”.
Sin duda este camino recorrido ha sido sin desperdicio, como esas corbatas de cotillón fluorescentes que terminan olivadas en el asiento de atrás del auto y ahora reviven como fichas en un tablero de ta-te-ti.
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