Liderar en un mar de emociones
Hace poco, en una sesión con un empresario, me confesaba:
“Siento que si no estoy encima, el equipo se desorganiza. Pero al mismo tiempo, cuando estoy cerca, me contagio de sus tensiones y termino agotado.”
Ese relato resume un dilema común en las organizaciones, el contagio emocional. La neurociencia lo explica con claridad, nuestras neuronas espejo replican las emociones de quienes nos rodean. Si un líder transmite ansiedad, el equipo lo absorbe. Si transmite calma, esa misma energía se multiplica.
Un estudio de Harvard Business Review (2023) encontró que los líderes que entrenan su empatía y la gestionan de forma consciente logran un 40 % más de compromiso en sus equipos y reducen el ausentismo en un 30 %. Pero, como veremos, la empatía sola no alcanza.
Empatía vs. compasión: la diferencia que marca el liderazgo
Aquí aparece un matiz crucial:
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La empatía permite sentir lo que el otro siente. Nos conecta con su experiencia.
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La compasión va un paso más allá: reconoce la emoción, pero en lugar de quedar atrapada en ella, la transforma en acción constructiva.
En un contexto de alta carga laboral, un líder empático percibe el cansancio de su equipo; un líder compasivo escucha, valida y además busca redistribuir tareas o replantear prioridades.
La empatía es la puerta; la compasión es el camino.
Por qué es clave hablar de compasión en las empresas uruguayas
En Uruguay, muchas PyMEs enfrentan entornos de trabajo con equipos pequeños y roles superpuestos. En estos contextos:
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El cansancio de un miembro afecta a todos.
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El humor del líder impacta inmediatamente en la motivación del grupo.
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El riesgo de burnout es mayor porque hay menos margen para redistribuir tareas.
Lo que observo como coach es que muchos líderes sienten que deben “cargar con todo” o ponerse en modo salvador. Eso los agota y no necesariamente resuelve los problemas. La compasión, en cambio, permite acompañar sin absorber, y habilita al equipo a ser parte de la solución.
Cómo se entrena un liderazgo compasivo
La compasión no es un don reservado a unos pocos. Es una práctica que se puede cultivar día a día. Algunas claves:
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Pausa consciente antes de decidir
Tomarse un momento para diferenciar entre lo que siento y cómo reacciono. Una pausa de segundos puede evitar respuestas impulsivas que contagien ansiedad.
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Nombrar y validar las emociones
Reconocer lo que está pasando: “Veo que estamos cansados”, “Entiendo tu frustración”. Lejos de ser una debilidad, es una forma de gestión que humaniza y fortalece la confianza.
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Convertir la empatía en acción
Pasar de “entiendo tu situación” a “hagamos esto para aliviarla”. Puede ser replantear prioridades, ajustar metas o simplemente redistribuir tareas.
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Autocuidado del líder
Un líder agotado difícilmente pueda sostener a su equipo. La compasión también incluye ponerse límites, descansar y pedir apoyo cuando es necesario.
El riesgo del contagio negativo
La ciencia muestra que las emociones negativas se transmiten con más fuerza que las positivas. Un informe de Deloitte (2024) advierte que el estrés de los líderes es el factor más influyente en la percepción de clima laboral. Dicho de otro modo: si el jefe está agotado, el equipo lo estará en cuestión de semanas.
Esto convierte a la gestión emocional no en un tema “blando”, sino en un activo estratégico. Empresas que forman a sus líderes en estas competencias logran mayor retención de talento y mejor adaptación al cambio.
Liderar desde la humanidad
En síntesis: la empatía es necesaria, pero la compasión es la que convierte a un líder en referente.
Porque decidir con firmeza no está reñido con hacerlo desde la humanidad. Y porque en tiempos de cambios constantes, lo que más necesitan las organizaciones no es un líder que cargue con todo, sino alguien que inspire, cuide y habilite a otros para crecer.
La pregunta que queda abierta es: ¿cómo gestionás las emociones de tu equipo sin que te arrastren? ¿Tu liderazgo ya está en clave de compasión?
Referencias:
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Harvard Business Review, “The Business Case for Empathy in Leadership” (2023).
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Deloitte Insights, Human Capital Trends 2024.
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Daniel Goleman, Emotional Intelligence (actualizaciones 2023).
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