Carmen Beltrán Falces, Los hombros de los gigantes
“…Todos esperaban que cayeses,
que fallases estrepitosamente.
Un fracaso que evidenciara
esa imperfección que tú ya conocías.
Tu punto débil.
Rabiaban por conocerlo.
Te enfermaba su hipocresía
pero te aterraba estar solo.
Y te dejaste devorar por ellos.
Caíste…”.
El blog de Emma Gunst.
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