El pavimento permeable reduce lo que se conoce como escorrentía superficial –o agua que corre por encima de un terreno–, responsable de saturar cañerías y provocar inundaciones en episodios de lluvia intensa. Al permitir la infiltración controlada del agua hacia capas filtrantes, el pavimento permeable genera menor presión sobre la infraestructura de drenaje, traduciéndose en reducción de gastos por obras de emergencia, mantenimiento y limpieza. Además, el pavimento permeable favorece la recarga de aguas subterráneas.
Si bien existe una experiencia en la Facultad de Ingeniería, el punto es que este método de pavimentación es muy novedoso y lo sucedido en el departamento de San José funciona como un caso práctico de cooperación público-privada y de vínculo con la comunidad. De hecho, la Alianza Uruguaya por el Agua (AUA), una organización sin fines de lucro enfocada en seguridad hídrica, fue la que actuó como impulsora técnica y ejecutora del proyecto, mientras que la Intendencia de San José aportó logística, permisos y continuidad institucional.
Las ventajas, desde la perspectiva pública y privada, se dividen en tres frentes prácticos. Primero, operativo: menos escorrentía implica menor frecuencia de intervenciones en sistemas de drenaje y menor riesgo de daños en infraestructura vial y domiciliaria. Segundo, económico: reducción de los costos asociados a días de inundación. Tercero, ambiental: el uso de soluciones de drenaje sostenible se alinea con guías técnicas y normativas que promueven la gestión integrada del agua y la resiliencia urbana.
Los pavimentos permeables se diseñan con una estructura porosa que soporta carga vehicular ligera y tránsito peatonal; debajo se coloca una capa de grava que actúa como reservorio y filtro. En entornos urbanos pueden integrarse con jardines de lluvia, como el instalado a pocas cuadras en 2024. El mantenimiento consiste principalmente en prevenir la obstrucción por sedimentos, lo que mantiene su costo operativo manejable frente a las alternativas convencionales.
Este proyecto llevado a cabo en la plaza Pbro. Agustín Hernández del departamento de San José no es solo una intervención estética: es un proyecto piloto con impactos medibles en gestión del agua, seguridad urbana y economía local.
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