Marilina Beatríz Cuesta, Estación Palermo
Nunca duermo en los viajes.
Miro sin pausa lo humano
con una fascinación inconcebible.
los cuerpos imperfectos
tibios,
el modo de subir
angulosas colinas,
los desiertos de vidrio.
Todas esas mujeres
yendo al trabajo
son mi madre.
Y aquellos hombre planos
pensando en prostitutas
son mi padre.
No puedo prescindir de los ocasos,
de los renacimientos.
Cada viaje reencarno
en una mujer morena
que compra chicles de menta,
en un muchacho erizado
repleto de alfileres
para agujerear el cielo.
Nunca duermo en los viajes.
No reclino la cabeza.
Nunca me canso.
El blog de Emma Gunst.
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