“Para las empresas como Bayer el tema está centrado en la innovación. El advenimiento de las nuevas tecnologías, no solamente en los medicamentos, sino también tecnologías asociadas a mejoras en la salud. Esto nos hace reconocer toda la inversión que esto implica para seguir innovando. Uruguay tiene un gasto en salud per cápita del orden de los países del primer mundo, y de los mayores de Latam“.
“Este es un debate que tiene varias aristas y no es fácil desde los distintos roles que juegan en esto. Los intereses de quien tiene que decidir una política de salud tienen que involucrar otros aspectos que el que tiene el paciente que adolece la patología y necesita el fármaco que realmente cura o mejora la calidad de vida. Los intereses difieren de los del médico que lo prescribe o el de pagadores y prestadores de salud, hay varios actores que deberían consensuar algo en mejora del paciente que debería estar en el medio siempre”.
“En lo que refiere a las empresas farmacéuticas de investigación e innovación estamos agrupadas en su mayoría en una cámara de especialidades farmacéuticas, somos el vehículo por el cual establecemos la forma de acercarnos a los distintos actores”.
“Hace poco, el 21 de marzo, en algo que creo fue un hito en cuanto al relacionamiento y el diálogo entre las distintas partes, se firmó un acuerdo de reconocimiento mutuo de los distintos códigos de éticas que tiene la industria Farmacéutica Multinacional, el Sindicato Médico del Uruguay y la Federación Médica del Interior, fueron tres actores en la sede del SMU, donde lo que hicimos fue reconocer que hay formas de diálogo y comunicación transparentes y con determinadas reglas de juego”.
“Partiendo de la base que tenemos un estándar de comunicación, podemos empezar a entender cuál es el valor que tiene un medicamento, independientemente del precio. Hoy se habla de medicamentos de alto costo o alto precio, y eso es entrar en algo que le quita valor a la esencia del tema, que es que estamos a la altura de la innovación y acompañando los procedimientos regulatorios, que hacen que cuando las patentes de innovación vencen podamos tener acceso a medicamentos biotecnológicos o genéricos”.
“Cuando las patentes caen, los gobiernos negocian para tener “genéricos” en el caso de farmoquímicos”, o de “biosimilares”, para el caso de productos biotecnológicos, que implican menores precios y eso está bien, pasa en todo el mundo, lo que se requiere es que en ambos casos, genéricos y biosimilares, exista una regulación clara de parte de las Autoridades Sanitarias, que aseguren la eficacia, calidad y seguridad al paciente de los productos no originales que cumplen con los estudios necesarios de intercambiabilidad o de comparabilidad necesarios.“.
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