Ana Becciú, 2 poemas 2
Quien ama tiene los ojos heridos.
La flecha le ha desgarrado las pupilas.
Y olvidó, al comienzo del viaje,
almacenar en sus alforjas las hojas de sándalo que los
restañarían. El desierto no tiene fin, le parece.
La noche la mañana serán piedras y arena, y arena y piedras.
No habrá piedad para estos ojos.
Arrancados de cuajo, y como dos gotas de agua,
haberse ofrecido como espejo para las piedras.
El blog de Emma Gunst.
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