Por cuarto año consecutivo, la consultora McKinsey presentó su informe global sobre el “Futuro del Bienestar” y confirmó lo que muchas marcas ya intuían: las generaciones más jóvenes no solo están redefiniendo qué significa “sentirse bien”, sino que también se están quedando con la mayor porción del mercado. Según el relevamiento, realizado a más de 9.000 consumidores en China, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos, la Generación Z (nacidos entre 1997 y 2012) y los Millennials (1981 a 1996) concentran el 41% del gasto total en esta industria, solo en Estados Unidos.
Ese dato adquiere mayor peso si se lo compara con el 28% que representan las personas mayores de 58 años, lo que marca una transformación cultural en la que el bienestar dejó de ser un lujo para convertirse en una prioridad transversal.
Para los jóvenes, el bienestar no se limita al cuerpo físico. Si bien las categorías vinculadas al sueño y la salud lideran entre sus intereses, la Generación Z otorga gran importancia a la apariencia —con especial foco en el cuidado de la piel, el cabello y la salud sexual—, mientras que los Millennials priorizan cada vez más el mindfulness y la salud mental.
En todos los casos, la demanda se combina con un nivel de insatisfacción superior al promedio en áreas como salud cognitiva, intestinal, cardíaca y mental. De hecho, el 40% de estos consumidores reporta altos niveles de estrés, frente al 23% de los mayores, lo que podría explicar por qué buscan soluciones innovadoras y personalizadas con mayor urgencia.
Tecnología e innovación, las claves del consumo joven
McKinsey también detectó diferencias sustanciales en los hábitos de consumo. Mientras que los adultos mayores prefieren productos clásicos como pastillas o cremas, los jóvenes se animan a probar alternativas tecnológicas e innovadoras —como masajeadores eléctricos o tratamientos intravenosos— y no temen explorar nuevas marcas, siempre y cuando estas ofrezcan confianza, respaldo profesional y una propuesta clara en redes sociales.
De hecho, el estudio identifica cinco perfiles de consumidores dentro del mercado del bienestar. Entre ellos, dos se destacan por su peso en el consumo: los “optimizadores maximalistas” (25% de la población y 40% del gasto) y los “entusiastas seguros de sí mismos” (11% de la población y 15% del gasto). Ambos grupos están compuestos principalmente por Gen Z y Millennials, con un fuerte interés por investigar, comparar y experimentar antes de comprar.
Para las marcas, la receta para conquistarlos pasa por ofrecer información transparente, generar contenido en video, sumar reseñas de otros usuarios y fortalecer su presencia en redes sociales.
Las seis tendencias que marcan el futuro
El informe identifica seis grandes tendencias que están reconfigurando el consumo de bienestar:
Nutrición como pilar central: Más de la mitad de los consumidores —y dos tercios de los jóvenes— eligen productos en función de su aporte nutricional. Se espera que las dietas se combinen cada vez más con suplementos específicos.
Apariencia y antienvejecimiento: El 43% compró productos cosméticos el último año y un 60% considera que el envejecimiento saludable es una prioridad clave. La belleza se vincula directamente con el bienestar, especialmente entre los más jóvenes.
Experiencias personalizadas: Servicios como gimnasios boutique, retiros de bienestar y tratamientos intravenosos crecieron un 30% en un año. El 60% de quienes probaron viajes de bienestar volvería a repetir la experiencia.
Control del peso: Sigue siendo una meta principal, aunque con desafíos motivacionales. Solo el 37% de los estadounidenses encuestados se siente motivado a ejercitarse. La masa muscular y los medicamentos recetados ganan terreno.
Salud mental en el centro: Para el 42% de los jóvenes, esta categoría es una prioridad alta. Y no se trata solo de terapia: también recurren a rutinas de sueño, cuidado de la piel, deporte y socialización como herramientas para mejorar su estado mental.
Soluciones específicas y dirigidas: McKinsey recomienda a las marcas no caer en generalizaciones y segmentar su oferta para responder a necesidades concretas de cada audiencia, especialmente en salud mental y bienestar emocional.
De lujo a necesidad
El mensaje general que deja el informe es claro: el bienestar ha dejado de ser un bien aspiracional y exclusivo para convertirse en una necesidad básica. En este nuevo paradigma, los consumidores más jóvenes lideran el cambio, exigen innovación, buscan autenticidad y exigen resultados visibles y medibles.
Para las empresas, el desafío no es solo adaptarse, sino anticiparse: quienes logren ofrecer experiencias de calidad, basadas en datos y con un enfoque integral, tendrán la mejor oportunidad de fidelizar a un público que no solo gasta más, sino que además influye cada vez más en las decisiones de consumo a su alrededor.