El pasado 10 de diciembre se descorchaban las primeras botellas de vino en Wine not?, una propuesta bien innovadora para el mercado gastronómico uruguayo, ya que si bien en muchos países europeos e incluso en la vecina orilla existen muchos de estos espacios, en Uruguay un wine bar no es lo corriente, como sí lo son desde hace un tiempo las cervecerías artesanales.
De hecho, Wine not? surge una vez que Nicolás Puig, junto a su novia y socia Sofía Lancellotti, corroboran la falta de bares para tomar exclusivamente vinos. Puig, quien vivió y estudió durante varios años en Australia y España, solía allí ir de copas con sus amigos y eso es lo que más extrañó al regresar al país.
“Wine not? surge, primero, por una necesidad personal de innovar y de reinventarme permanentemente -dijo el joven emprendedor, de 26 años de edad, a InfoNegocios-. En segundo lugar, con Wine not? lo que buscamos es cautivar cada vez más el paladar de los jóvenes con el vino, estimular su consumo, mostrar que el vino es un potenciador de relaciones sociales. Es decir, Wine not? surge porque entendemos que hay vinos para todos los gustos y hay un vino para cada persona”.
Ambos emprendedores, profesor universitario él y abogada ella, contaron con el apoyo del Programa Sembrando, perteneciente a Presidencia de la República, una iniciativa encuadrada en el diseño de políticas de descentralización y desarrollo territorial que busca fortalecer a emprendedoras a través de la capacitación y los espacios para compartir experiencias.
“Eso fue vital porque, al venir de ámbitos que no tienen nada que ver con la gastronomía ni la vitivinicultura, nos orientó en cuanto al desarrollo global del proyecto y nos puso en contacto con muchos profesionales especialistas de cada área”, sostuvo Puig.
Ahora bien, una vez que la idea y cómo llevarla adelante maduró, Puig y Lancellotti se embarcaron en la búsqueda del mejor lugar para abrir su wine bar, se hicieron de los equipamientos, diseñaron los tres tipos de copas que utilizan en Wine not? e invirtieron US$ 60.000 para arrancar.
Con un ticket promedio por persona que ronda los $ 600, este nuevo wine bar montevideano ofrece más de 100 etiquetas de vino para tomar, “siendo un 85% de vinos nacionales -aclaró Puig-, un 12% de vinos argentinos y chilenos y el 3% restante de vinos europeos”, y una variedad de tapas típicamente españolas.
Para lograr una experiencia mucho más genuina y completa de ir de copas a Wine not?, los emprendedores trabajan con la presencia de dos sommeliers que orientan y asesoran de modo personalizado a cada comensal.
“Lo que nos interesa es que las personas vengan a probar un vino, lo mariden con una tapa, prueben otro, se dejen llevar. Nos interesa esa experiencia”, remarcó Puig, agregando que una de las propuestas que más éxito ha tenido hasta el momento es “el wine flights, una cata de tres copas de vinos distintos que incluyen, por $ 490, una bruschetta”.
Si bien la idea del bar de vinos es que cada comensal beba y coma algo y luego opte por comprar una botella, según Puig lo que más les interesa es que “las personas hagan copeo, lo que les permite descubrir nuevos sabores”. Para esto Wine not? tiene una carta de copas compuesta por hasta 15 etiquetas.
Un apunte interesante es que en una de las paredes de Wine not? hay un gran marco de vidrio que, poco a poco, va llenándose con los corchos que los comensales van consumiendo en el wine bar, los cuales la casa invita a firmar antes de colocarlos allí. Según Puig, hay una capacidad entre 6.000 y 8.000 corchos, por lo que todavía llevará un tiempo para llenarlo.
Como dijimos al inicio, si bien no hace dos meses que Wine not? abrió sus puertas, Puig dijo que ya pueden verse algunas tendencias de consumo, por un lado determinadas por la facturación -cuyo 80% proviene del copeo y el wine flights, mientras que el 20% restante es de la compra de botellas-, pero por otro por lo que los jóvenes van pidiendo, que en muchos casos asombra, ya que se trata de sangrías o frizzantes de maracuyá.