Roberto Lafluf, director general de Avisa/IMC
“Lo que cambió en mi empresa cambió en todas, pero para mí es algo especial porque me siento parte de la transformación digital. Desde lo que sucede con las marcas en redes sociales, al desarrollo de Apps, la comunicación masiva a la comunicación individual, los usuarios como comunicadores de las marcas, etc., etc. En poco tiempo la vida ha cambiado y con ello las empresas y los consumidores. Los cuatro años como presidente de IAB Uruguay (Interactive Adveritising Buró), además de decenas de proyectos y campañas digitales en los que he intervenido, me dan una dimensión más que testimonial del cambio con el que convivimos. Casi podría decir que lo que ha sucedido en los últimos años, más que un cambio es una revolución.
Avisa está participando en muchos proyectos digitales, algunos en forma directa y en otros como socio, pero siempre basados en el desarrollo de la comunicación digital.
La profesión de comunicador tiene la ventaja de hacerte conocer muchas actividades desde el mostrador hacia atrás y una de las más apasionantes es la política. Llevo más de 10 años haciendo comunicación estratégica en el medio político y eso me permite tener una mirada diferente a la mayoría de la gente que piensa en cómo generar desarrollo.
Yo soy de los que cree que el desarrollo está en uno mismo y no en ‘lo que deberían de hacer’ los que tienen el poder.
Creo que, como país, lo que deberíamos cambiar para crecer es ‘la mentalidad’. Somos una sociedad con muchas ventajas y desventajas, como todas, pero la peor de nuestras desventajas es ‘el egoísmo’. Yo tengo una especie de medida para catalogar las sociedades. Cuando uno llega a una ciudad y analiza la forma de conducir, uno puede vislumbrar con total claridad el tipo de sociedad que representa. En Uruguay, cuando alguien pone un señalero para moverse de carril, el que viene detrás inmediatamente ocupa el espacio y lo obliga a mantenerse donde está… Y así decenas de ejemplos que muestran como somos. Creo que las sociedades son como ‘manejan’ y si nosotros manejáramos como algunas sociedades europeas, este país sería una maravilla, no por el tránsito, obviamente, sino porque destruiríamos el peor flagelo del Uruguay (el egoísmo)”.
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