De panadería de barrio a primera fábrica de panko en UY (con el pan rallado Pandor consolidó su empresa)

A sus 6 años de edad Paulo Kahrs vivía rodeado de pan, bizcochos y galletas: en 1997 sus padres abrieron en la ciudad de Dolores –departamento de Soriano– una típica panadería de barrio: Pandor. Con los años y un sinnúmero de traspiés, sin renunciar nunca a la ilusión de crecer con la panificadora, la firma comenzó a crecer primero con el pan de miga, luego con el pan rallado y ahora, según dijo Kahrs a InfoNegocios, proyecta crecer de la mano del panko.

La historia detrás de Pandor es como la de muchas empresas familiares de Uruguay: llena de sueños e ilusiones, cargada de un empuje emprendedor sin respaldo en la banca, con muchos celebrando salir adelante en la buenas y unos pocos remangándose para salir adelante en las malas.

Pandor nació en la ciudad de Dolores –departamento de Soriano– en 1997 y allí sigue, salvo que hace 27 años la firma era una clásica panadería de barrio y ahora, con un equipo total de 12 colaboradores, es una panificadora que llega a 10 departamentos del país con un producto estrella: el pan rallado.

“Actualmente tenemos una producción mensual de pan rallado que oscila entre las 30 y 40 toneladas, pero con una nueva maquinaria que adquirimos tras una importante inversión, tenemos proyectamos crecer, en 2025, al doble de producción”, dijo Paulo Kahrs a InfoNegocios.

El director de Pandor recordó que ya de niño andaba entreverado en una panadería que habían abierto sus padres en una esquina de la ciudad de Dolores, “un local de unos 100 m2 en el que básicamente se elaboraba y vendía pan, bizcochos y galletas secas”, y que fue en 1997 cuando la empresa creció por primera vez, trasladándose a un espacio de 800 m2 donde hoy sigue estando, aunque allí ya no se sigue elaborando pan ni bizcochos, sino pan rallado y moldes para pan de sándwich.  

“Empecé a enamorarme del oficio cuando tenía unos 12 o 13 años, época en la que andaba en la cuadra de elaboración con los panaderos. Después, ya con 15 o 16 años, me metí más en la empresa en otras áreas, con el personal, con los números y con los productos”, dijo Kahrs.

“A mi padre le pasó de todo con la empresa –sostuvo el director de Pandor–, porque en la crisis de 2001 casi quiebra; luego el negocio repuntó pero, en 2015, a mi padre lo convencen de comprar un molino y quien oficiaba de inversor, cuando hubo que pagar, estaba fundido. Fue durísimo salir de eso porque nosotros, al no tener capital, pero figurar como parte del negocio, vinieron por todo”.

El punto es que la familia Kahrs pudo cerrar ese capítulo, asumiendo todos los compromisos, y nuevamente salir adelante, pero esta vez cambiando lo que venían haciendo. “En ese momento le dije a mi padre que las utilidades que podía darnos el pan de miga era mucho mayor de la que teníamos con la producción tradicional que hacíamos, así que cambiábamos o cambiábamos”, recordó Kahrs, señalando ese momento como el inicio de una nueva etapa de Pandor.

Ahora bien, no solo se trataba de cambiar la producción, sino también el alcance, llegar más allá de la ciudad de Dolores y soñar, como dijo Kahrs a InfoNegocios, “con vender en la capital”.  

Tras un préstamo de 50.000 dólares y la compra de una camioneta de reparto, Kahrs padre e hijo –Daniel, el hermano mayor de Paulo, prácticamente nunca participó del negocio– salieron un día rumbo a Montevideo “a suerte y verdad, sin saber si íbamos o no a vender el pan de sándwich y pan rallado que llevábamos”.

Lo que comenzó siendo algo a suerte y verdad se transformó, luego, en un viaje una vez al mes, después cada 15 días y “al cabo de los cuatro meses, ya viajamos una vez por semana a Montevideo”, dijo Kahrs, recordando que en aquel momento el 90% de la producción era de moldes de pan de miga y el 10% de pan rallado.

“Todo marchaba bien hasta que un nuevo revés llegó a la familia, que fue la muerte de mi padre en 2019, algo que generó que me distrajera mucho del negocio y se vino abajo”, recordó Kahrs, agregando que luego pudo retomar nuevamente el trabajo, llegando a vender 450 moldes de pan por día.

“Esto fue así hasta 2020, cuando el negocio volvió a caer, pero a causa de la pandemia, época en la que llegué a no vender un solo molde de pan en toda una semana”, remarcó Kahrs, señalando esto como el punto de quiebre en el que nació el modelo actual de la firma: la venta de pan rallado.

“Lo que teníamos como subproducto, dado que lo elaborábamos en base a la enorme cantidad de cáscara de miga que teníamos de los moldes de pan de sándwich, terminó por ser el producto principal de Pandor, pasando del 10% al 80%”, sostuvo Kahrs, agregando que actualmente produce cuatro tipos de pan rallado que llama “primarios” y otros cinco tipos más que denomina “secundarios”, ya que unos son blancos y otros amarillos, unos tienen mayor humedad y otros menor, unos con acabado crocante, otros con mayor adherencia a la carne, con acidez controlada, con mínima absorción de aceite, unos especiales para carnes rojas y otros especiales para carnes blancas.

Entre los principales clientes que tiene Pandor están Avícolas del Oeste, Fadicar, Molino Guido y Avícola El Poyote, entre otras.

“El paso siguiente, dado que ya lo estamos elaborando en modo piloto para varios clientes, es producir panko, que se produce particularmente en países asiáticos como Japón y Corea, lo que convertiría a Pandor en la primera fábrica de panko en Uruguay”, finalizó Kahrs, quien a sus 33 años de edad sueña con seguir creciendo desde Dolores al mundo. 

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