Según datos de la Dirección Nacional de Aduanas, nuestro país exportó en julio 3 millones de kilos de lana, un 114% más que en el mismo mes del año pasado, cuyo registro fue de 1,42 millones de kilos. Pero no solo en kilos se creció, en términos de facturación mensual, las exportaciones de lana tuvieron un del 37% respecto a julio de 2023.
Sin duda que viene balando firme la oveja y esta apreciable diferencia del porcentaje de crecimiento tanto en volumen como en valor responde, según Blasina y Asociados –empresa especializada en el análisis de los mercados del agronegocio–, a dos factores: uno es la caída interanual entre 25% y 35% en los precios y el otro es el cambio en la composición de los embarques con menos proporción de tops de lana peinada de valor más alto y mayor cantidad de lana sucia y lavada con precios más bajos.
Cabe remarcar que por concepto de exportación de lanas ingresaron 83,4 millones de dólares en el período, 11% más que los 74,7 millones de dólares de enero-julio 2023.
En el marco del lanzamiento de la zafra lanera 2024/25, Alfredo Fros, presidente del Secretariado Uruguayo de la Lana, dijo que los precios “no nos gustan” pero “no dependen de las lanas y su calidad” sino que, en el caso de las lanas finas, están sujetos a la situación económica de Europa.
En el mismo evento, Fernando Mattos, ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, sostuvo que “la sensación entre los productores es que la situación está peor que el año pasado. El mercado ha determinado que las lanas sucias y lavadas sean el grueso de la exportación”.
¿Esto en qué se traduce? En que se vaya reduciendo el sobre stock de esas lanas en base a precios que no contemplan las pretensiones de un productor que, con el producido de una oveja, no paga la esquila.