Entre octubre de 2019 y febrero de 2020 Uruguay exportó US$ 7 millones en cannabis medicinal, pero según Marco Algorta, presidente de la Cámara de Empresas de Cannabis Medicinal (CECAM), el potencial comercial que el país tiene es muchísimo más importante, ya que en la industria actualmente “existen unos US$ 100 millones en stock de flores secas, unas 120 toneladas, con un alto porcentaje, entre el 8 y 12%, de cannabidiol, más otras 40 toneladas de biomasa de planta entera”. Es decir, con precios que oscilan entre US$ 500 y US$ 1.500 el kilo, Uruguay tiene “en la línea de salida, pronto para tomar carrera y despegar, una variedad de productos ya elaborados para distintos fines”.
Los destinos para este cannabis medicinal uruguayo son Suiza, Israel y Portugal, países según Algorta ya interesados y comprometidos con la compra, así como también Australia y Estados Unidos, que si bien todavía no han cerrado concretamente ningún acuerdo, tampoco han cerrado sus puertas para recibir los productos que se hacen en Uruguay, vinculados tanto a uso médico como recreativo, como para industrialización e investigación.
“No cabe duda que la exportación es, para Uruguay, un tema urgente. Afortunadamente está en la agenda política, y la semana que viene será importantísima para el sector, ya que el gobierno tiene decidido promover la industria uruguaya del cannabis, simplificando trámites”, dijo el presidente de CECAM a InfoNegocios.
“Tenemos que esperar -remarcó Algorta-, porque lo más importante es lograr avanzar en lo que hoy nos está frenando, que es una norma que antecede a la práctica. Es decir, la Ley que regula la producción y el control de la industria del cáñamo es de 2015, cuando el comercio exterior de cannabis no existía. Todo lo que sucedió en estos cinco años no está contemplado en esa norma”.
De hecho, para el presidente de CECAM, la industria del cannabis va a seguir creciendo en el mundo, “y en cinco años más va a tener países líderes del sector”, por lo que es “innegable que Uruguay actúe rápido en cómo y cuándo se inserta en el mercado internacional con todo su potencial”.
Según Algorta, actualmente existen 42 empresas con licencia en el país -de este total 80% tiene capital nacional-, las cuales sembraron un total de 600 hectáreas -la mayoría a cielo abierto-, generando trabajo para más de 1.000 personas -250 personas son estables y alrededor de 800 forman parte de la zafra de siembra, cosecha y secado. El rendimiento relevado bajo invernáculo se ubica en unos 500 a 1.000 kilos por hectárea.
En cuanto a la distribución de los cultivos de cannabis, el presidente de CECAM dijo que están en distintas zonas del país, con cierta predominancia en el sur de Uruguay, pero también en los departamentos de Artigas, Salto y Paysandú. A esto debe sumarse dos emprendimientos de cannabis psicoactivo ubicados en Libertad, departamento de San José.
Un negocio paralelo
Un tema pocas veces tomado en cuenta a hablar de cultivo de cannabis es, según Algorta, que puede ser una fuente de trabajo e ingresos para pequeños productores rurales, “ya que puede no ser primera actividad, pero sí una rotativa que no requiere de grandes inversiones”.
Para el presidente de CECAM, el productor arrocero es uno de los que bien podría volcarse a la producción anual de cannabis en verano, con solo 20 o 30 hectáreas.
“Es una gran posibilidad para muchos productores, porque no se requiere más que la licencia de cultivo -que no tiene costo- y saber qué genética se adapta mejor al suelo de ese productor. El cuello de botella está en lo hídrico, por eso el arrocero es un productor ideal para el cannabis, ya que sabe y debe manejar el agua con mucho cuidado”,
La planta de cannabis, dijo Algorta, pide agua y se queja del agua. De algún modo es una planta caprichosa que hay que cuidar, pero que a través de su capricho puede generar ingresos que pondrían al país entre los principales exportadores del mundo de productos vinculados o derivados de cannabis sativa.