A 65 años de ese gran día para esta empresa que en esencia y más allá de de su crecimiento sigue siendo y sintiéndose “empresa familiar”, conversamos con Ana María sobre Sudel, su historia, presente y futuro.
¿Qué recuerda de su primer tiempo en la empresa?
Pensar en la empresa es un poco pensar en la historia de mi familia. El edificio donde vivíamos con mis padres y hermanas estaba arriba del primer local, en Caraballo y Rondeau. Aún hoy está el mostrador.
Para ser honesta, siendo niña pensaba que ese lugar era un negocio para hombres. Era otra época también, pero tuvimos un padre que supo ir involucrándonos y empoderándonos. Cuando quisimos acordar, estábamos las tres hijas trabajando junto a él, cada una en un área. Tal vez por eso siempre sentimos que Sudel no era solo una empresa, era una extensión de la familia.
Recuerdo que mi padre nos pedía que bajáramos de casa para ayudar y los funcionarios nos mandaban para arriba. Así se vivió al inicio. Luego nos incorporamos formalmente las tres hermanas durante años hasta que Raquel, la menor, encontró otro camino en el rubro de la iluminación y seguimos Cristina y yo por mucho tiempo, hasta su jubilación en 2017. Actualmente yo estoy en la Dirección y mis dos hijas en áreas fundamentales de la empresa.
¿Cuáles cree que hayan sido las claves de la permanencia?
Nunca hubo esa “distancia” que existen en algunas corporaciones y eso fue y sigue siendo nuestro diferencial. Además, diría que el respeto hacia nuestro padre y su legado nos hizo siempre tener muy en claro algunos valores fundamentales para sostener la empresa más allá de cualquier circunstancia.
Otra clave esencial de Sudel, según nos dicen proveedores y clientes, es que somos sinónimo de trato directo con el cliente. Vengo de una generación en donde está el cara a cara primero o el teléfono para resolver cosas. Para nosotros sigue teniendo mucha validez e importancia ese trato sin mediación. Indudablemente hay que adaptarse a la tecnología y cambios que pide cada tiempo, pero estoy convencida que esas formas aún funcionan.
¿Hacia dónde va la empresa actualmente?
De ser algo bien familiar pasó a ser un familión, porque fuimos creciendo y seguimos siendo una referencia importante del mercado eléctrico, sobre todo en lo industrial y en la distribución.
La integración de la tercera generación genera cambios y son fundamentales para mantenerse. Mis dos hijas se han formado a nivel empresarial y trabajan conmigo hace años. Confío en ellas y trabajo por trasladarles el legado, esa templanza que aprendimos de nuestro padre fundador, una forma de trabajo basada en la constancia y perseverancia.
Este es un año de mucha incertidumbre en el país, de elecciones, la situación propia de la región con cierta inestabilidad implica muchas cosas, pero siempre fui positiva, he visto y atravesado muchas crisis y eso me ha dado cierta intuición y experiencia.
¿Cuánto impactan los cambios en la matriz energética en el foco del negocio?
Hemos ido acompañando en todo lo que hemos podido. No me olvido más una vez hace muchos años, que estábamos de viaje en Noruega con mi hermana Cristina y nos detuvimos en la calle sorprendidas con un cargador eléctrico para autos. En una cuadra había cinco cargadores. Hoy es moneda corriente. Siempre digo que somos una empresa que va al ritmo del mercado y el país, en un sector que afortunadamente no tiene el mismo vértigo que otros respecto a los cambios.
En Sudel hemos ido acompasando los cambios que surgen y generan nuevas necesidades de insumos, eso nos obliga a seguir capacitando y perfeccionando a las personas. Nos ocupamos de ello. Tenemos buena participación a nivel industrial, sobre todo con el servicio de atención y pos venta, de dar soluciones. Ese es seguro nuestro gran valor agregado. No todo es precio en este rubro.
¿Cómo imagina a Sudel en 10 años?
Ojalá lo vea. Hoy siento que va va bien encaminada. Mis hijas se han formado. Este año trabajé internamente con una consultora relevando al personal y tuve buenas devoluciones. También me dejaron claro que el desafío y preocupación es el natural en las empresas familiares, que en este caso es saber qué pasará cuando yo no esté.
Confío en la generación que ya está, más formada y con la experiencia que están adquiriendo. Hoy estoy permitiendo algunas equivocaciones que dan aprendizajes, pero por supuesto que elijo cuáles.
En 10 años me imagino continuando de buena manera. Este es un rubro donde actualmente hay dueños que pasaron ya los 80 años y siguen estando de alguna forma. Yo llevo la empresa adentro y siento que hay que estar para seguir trasladando esa intuición, experiencia y valores que son el legado de mi padre. Siempre agradezco a proveedores, clientes y funcionarios porque somos todos socios en esto y hemos buscado juntos las soluciones en momentos de problemas. Ese es el principal legado. El respeto humano.