Desde la aparición del COVID-19 en el país muchos profesionales se vieron forzados a buscarle la vuelta para seguir adelante con sus empresas y negocios. En el rubro deportivo, clubes y gimnasios tuvieron que cerrar sus puertas y muchos profesores quedaron sin alumnos ni clases ni espacios para desarrollar sus actividades.
Así es el caso de Francisco Carrasco, profesor de Educación Física desde la década de 1980 y uno de los primeros uruguayos en ser discípulo directo de Jonathan Goldberg, más conocido en el ambiente deportivo como Jhonny G, el creador del programa indoor cycling denominado spinning. Carrasco, quien realiza 350 kilómetros semanales de ciclismo por puro deporte, tuvo que cerrar su gimnasio apenas una semana después del 13 de marzo, cuando se confirmaron los primeros casos de coronavirus en Uruguay.
“Realmente me tomó por sorpresa –dijo Carrasco a InfoNegocios– y no tuve más opción que cerrar, dado que la no circulación y la no aglomeración de personas me pegó de lleno. De un día para el otro no tenía más gente en el gimnasio”.
¿Qué decidió hacer este profesor de Educación Física? Sacar del local todo su equipo de bicicletas fijas, cintas y entrenadores elípticos y ponerlos a disposición de alumnos, conocidos y amigos. “Tuve que reinventarse en 24 horas, y por suerte, me fue bien”, dijo Carrasco, agregando que “en apenas unos días alquilé tocas las bicicletas fijas que tenía y tuve que salir a buscar más, porque me seguían llamando para conseguir una”.
El punto es que Carrasco salió a comprar más cantidad de bicicletas fijas de las que ya tenía, “porque más allá de darme cuenta de la necesidad de las personas de hacer ejercicio físico en sus hogares, teniendo que estar en cuarentena voluntaria, vi que como trabajo o forma de tener ingresos estaba siendo mejor que el gimnasio”, dijo el profesor de Educación Física.
“Sé que todo el mundo está reinventándose, pero esto que me pasó a mí es increíble, porque de alguna manera pasé de ser un profesor de gimnasia a ser un empresario o emprendedor”, remarcó con sorpresa Carrasco.
De alguna manera este profesional vio que el asunto del coronavirus era de largo plazo, ya que desde el inicio planteó el alquiler de las bicicletas fijas por mes, cobrando $ 3.000 y, para quien lo desee, $ 500 más por participar, tres veces por semana, de una clase de spinning a través de Zoom.
“Lo increíble de todo estos es que, rápidamente, recuperé entre el 60% y 70% de la inversión que hice en comprar más bicicletas”, puntualizó Carrasco, agregando como dato que una bicicleta fija nueva ronda los US$ 900, mientras que una usada cuesta US$ 250.
“Compré usadas, alrededor de 15, y tengo más pedidos pendientes que veré qué hacer, porque una vez que pase el coronavirus no sé cuál va a ser el comportamiento de los usuarios. Algunos ya me dijeron que quieren quedarse con las bicicletas de alquiler durante todo el invierno, otros que quizá las compren. No sé, todo ha sido muy rápido”, remarcó Carrasco, quien sin duda ha sabido interpretar, en un pedaleo dinámico, una necesidad de movimiento.