Karl Vennberg, Epílogo
Finalmente así es el amor:
una herida incurable
que cada vez aguanta menos que la rocen;
pero también un espejismo
del que la mirada sólo se desprende al final de todo
antes de que volvamos el rostro
hacia la pared vacía.
Quizá nos llegue, añade la irónica esperanza,
una palabra en una carta el día después de nuestra muerte.
El blog de Emma Gunst.