Carina Sedevich, 2 poemas 2
La gata me habla como un bebé.
Y me lame las manos
como un perro.
Y monta guardia mientras duermo
como un planeta.
Cuando escribo
se acomoda sobre los papeles.
Y me mira.
Sólo para que sepa
que ella está.
El peor momento es la mañana.
Ella lo sabe.
Cuando sé que no puedo dormir
más.
Y confirmo que estoy mejor así
sola y despierta
pero recuerdo vagamente
las trazas de algún hombre
y me entristezco.
Pienso
si el amor apagado puede
servir para algo.
Si es como una ceniza
para mezclar con arcilla
o con agua
o con savia
y hacer una cataplasma
un ungüento
un bálsamo.
(...).
El blog de Emma Gunst.