El aleteo de una mariposa suele asociarse a un concepto muy preciso: una pequeña acción puede generar una enorme transformación. De algún modo, Butterfly, el centro médico y estético creado por Elena Amil, tiene relación con esta idea –más allá del nombre–, porque por más mínimo que sea un movimiento, en su esencia existen consecuencias que modifican cualquier sistema complejo.
En 2009 Amil tenía tan solo 21 años, una camilla plegable y una fuerte convicción: quería ayudar a las personas a sentirse bien con ellas mismas. Desde su ciudad natal, Treinta y Tres, a fuerza de coherencia, trabajo y aprendizaje constante, Amil convirtió esa camilla en un pequeño consultorio llamado Centro Médico Butterfly.
“En aquel momento ahorraba hasta el último peso que tenía y así pude, en siete meses, abrir mi primer consultorio. Mi familia no tenía ningún capital para apoyar mi sueño, pero siempre ha estado allí para empujar, porque ellos como yo, sabían que si hay algo que tengo es… propósito”, dijo Amil a InfoNegocios.
Actualmente, Butterfly tiene sede no solo en Treinta y Tres, sino también en Montevideo, más precisamente en Carrasco y Tres Cruces, más una fuerte presencia en las ciudades de Minas, Melo, Varela y Lascano, sobre todo con su servicio estrella de depilación láser definitiva.
“No creo en vender por vender –dice Amil–, me importa mucho más construir vínculos reales, ofrecer tratamientos que aporten valor de verdad. Eso es lo que genera confianza y la confianza es lo que construye Butterfly”.
Este enfoque del negocio que tiene Amil presenta resultados tangibles: más de 2.500 pacientes atendidas por año, con un 87% de nuevas clientas que llegan por recomendación directa. Según la emprendedora, Butterfly tiene una alta fidelización basada en el acompañamiento y la experiencia personalizada.
Según la directora de Butterfly, el crecimiento de la clínica no fue solo territorial, sino estratégico, dado que “hemos logrado formar alianzas con profesionales referentes en distintas ciudades, lo que nos permite operar desde consultorios cuidadosamente seleccionados, con criterios de excelencia, seguridad y confianza… Es decir, nos aseguramos de que cada espacio donde trabajamos esté alineado con nuestros valores, lo que nos permite ofrecer el mismo estándar de calidad, sin importar la ciudad”.
Butterfly combina lo mejor de dos mundos: tecnología de última generación y un equipo que trabaja con calidez, ética y profesionalismo. Entre los tratamientos destacados se encuentran la depilación definitiva y el trabajo en firmeza facial y corporal, todo en base a protocolos médicos, estéticos y cosméticos personalizados.
“La tecnología es un pilar, pero lo que nos diferencia es cómo la usamos: con criterio, con respeto y con un equipo que trabaja desde el conocimiento pero, también, desde el corazón”, afirma Amil, quien desde 2016 comenzó a formarse, además, en gestión comercial e incluso en 2021 dio un paso más: inició la Licenciatura en Gerencia y Administración de Empresas.
“Quiero lograr esto, pero hoy no puedo… bueno, revisemos cuál es el camino para alcanzarlo. Voy a llegar. Esa frase me acompaña y me recuerda que no importa el momento, importa la dirección”, dijo Amil, sosteniendo que ella confía profundamente en su capacidad.
“Un centro como el que lidero no se logra solo con inversión –remarca–. Se necesita visión, trabajo real y una convicción que no se compra ni se estudia. Todo lo que hice lo hice desde el compromiso, desde la honestidad y desde una forma de mirar el negocio que tiene alma. Me importa lo que se sostiene en el tiempo. Eso, en este rubro, es lo que más escasea”.
Uno de los pilares de Butterfly es el diálogo constante con las pacientes. Desde la primera consulta hasta el seguimiento, el equipo prioriza la escucha, la personalización y la contención. En un rubro donde muchas marcas aparecen y desaparecen, Amil construyó un modelo que perdura.
“Cuando el vínculo es real, los resultados van mucho más allá del cuerpo. No vendemos sesiones: acompañamos procesos. Y eso cambia todo”, dice la directora de Butterfly, agregando que “elegir tratamientos de calidad es un acto de amor propio y cuando ese amor se convierte en acción, la transformación es inevitable”.