¿Cómo ha sido el crecimiento de la marca Kevingston en Uruguay desde que la trajeron hace 15 años?
Al principio nos fue muy bien, crecimos rápido y enseguida fuimos a Carrasco, en 2008, después abrimos en el shopping, después tuvimos un local en el centro pero justo entramos cuando empezó la caída del Centro y tuvimos que cerrar. Después logramos poner el local en una muy linda esquina de Punta Carretas, Ellauri y Montero. Fue de la mano de Argentina: al principio bárbaro, por el 2013 y 2014 nos costó y después nos fuimos afianzando. En este último tiempo, cuando previmos que podía pasar lo del 2012, que Argentina estuviera muy barato y nos complicara la venta, empezamos a manejar la posibilidad de la marca propia (Brixton).
¿Cómo fue ese proceso de crear una marca propia?
Es todo un desafío, es como otra empresa. Porque en Argentina comprábamos el producto terminado, íbamos, elegíamos, exportábamos y ya está. Ahora tenemos diseño, pruebas, compra de materia prima, incluir diseñadoras. Es muy distinto y no tenés descanso. Pero estamos contentos, la marca está respondiendo; el fuerte de esta empresa fue mantener el público que teníamos que busca buena calidad para un público objetivo clásico y joven.
¿La mano de obra es Uruguaya?
Si. Fabricamos con talleres de acá. El fuerte nuestro es la camisería y los sweaters y buscamos los mejores talleres para esos dos productos enfocándonos en un público clásico pero joven.
¿Venden sólo en sus locales o también en multimarcas?
Vendemos también para multimarcas. Tenemos en Salto, en Treinta y Tres, Cardona, Young, Durazno y vamos a tener en Punta del Este y Nueva Helvecia.