“La palabra me disparó para varios lados; la primera fue el miedo, que creo que lo estamos teniendo todos. Yo vivo sola con mis hijas y sufro de eso todos los días. A la noche, cuando ellas se van con el padre una vez a la semana, me he tenido que levantar a cerrar la puerta de la habitación.”
“Además me robaron y lo sufrí a nivel físico. Nos atacaron, me robaron la cartera. Empecé a pelear con el tipo, teniendo a mi hija al lado mío, pero cuando me di cuenta de que le estaba ganando me pregunté: ‘¿qué hago? si le saco la cartera me va a pegar, y ahí solté’. A partir de ese día tomé conciencia de que vivimos en un Uruguay diferente, al que no estamos acostumbrados”.
“No soy muy optimista con respecto a las soluciones que se presentan a corto plazo. Sí puedo decir que, a nivel empresarial, hubo decisiones gubernamentales y políticas que fueron en pro de los funcionarios y de su seguridad; esto pensando la palabra desde otro lugar”.
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