La ilusión de la elección

Hoy en día cada 2 días generamos más información que la creada desde el principio de la civilización hasta el 2013. Esto sumado a las plataformas que nos permiten navegar estos contenidos, como Facebook, Google, Twitter, Netflix, etc., nos da la sensación de que podemos elegir cada vez más cosas, pero no es tan así.

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El tema con acceder a tanta información es que no podemos consumirla toda y sería demasiado engorroso ponernos a filtrar manualmente lo que nos interesa. Por eso existen los algoritmos que la filtran por nosotros. Los mismos se componen de un conjunto de reglas que determinan qué vemos y qué no.

Los criterios que utilizan los algoritmos son definidos por las plataformas que los implementan, y entre esas reglas suele figurar la preferencia del usuario. La personalización o customización es uno de los grandes beneficios de nuestra época y como usuarios normalmente preferimos recibir contenidos acordes a nuestros intereses. Acá es donde encontramos el doble filo de los algoritmos.

Tomemos por ejemplo Facebook y un usuario que está interesado en viajes. Seguramente, de forma voluntaria navegue por sitios de turismo, interactúe más con fotos de sus amigos de vacaciones y comparta notas o videos de destinos interesantes. Facebook entonces identifica que a esta persona le interesan los viajes y le muestra cada vez más contenido sobre este tema, por lo que el usuario verá más de eso y menos de otras cosas.

Aquí es donde se activa la ilusión de que estamos eligiendo, ya que no somos del todo conscientes de la cantidad inmensa de temas y contenidos que NO estamos consumiendo. Estamos contentos porque lo que vemos nos gusta, pero no sabemos ni siquiera de qué nos estamos perdiendo.

Digamos que esta persona que está interesada en viajes, también está interesada en el partido político X. Como empieza a consumir más contenidos relacionado a este partido y sus opiniones, en poco tiempo su Facebook se tapiza de esta ideología. Si como usuarios no detectamos este mecanismo, podemos pensar que mucha más gente adhiere a este partido, e incluso cerrarnos a conocer las posturas de los otros. Entramos entonces en un mundo “personalizado” para nosotros que no nos deja descubrir otros mundos posibles.

La paradoja de internet es que antes de su aparición teníamos poco poder de elección por la escasez de contenidos, pero ahora, por su abundancia, tampoco estamos eligiendo. Somos nosotros mismos los que, dentro del mecanismo del algoritmo, reforzamos nuestro propio comportamiento.

Lo más sano es buscar alguna forma de salir de ese feedback loop, por ejemplo saliendo de estas plataformas para navegar internet como antes. También podemos usar herramientas que nos ayudan a descubrir cosas nuevas, como StumbleUpon. Pero sobre todo, ser conscientes que nuestro entorno está cada vez más hecho a nuestra semejanza, para poder proactivamente buscar la diversidad en todo lo que hagamos.

Clarisa Lucciarini

Directora Ejecutiva en PIMOD

Twitter: @ClarisaLu

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